"El Planeta de los Simios" es un clásico indiscutido de ciencia ficción, dirigido por el legendario Franklin J. Schaffner y protagonizado por Charlton Heston.
La génesis del film se remonta a fines de 1962, cuando el novel productor Arthur P. Jacobs compró al novelista francés Pierre Boulle los derechos de su novela “La Planète des singes” (1963). Sin embargo, no sería hasta 1966, luego de que Jacobs lograra convencer a los ejecutivos de 20th Century Fox para rodar lo que sería la primera entrega de la larga franquicia, que cuenta ya con 9 películas, entre ellas un remake y reboot, series de TV, cómics y libros. No obstante, Fox rechazaría el guión de Serling por ser demasiado costoso al ser trasladado a los decorados, escenarios, maquillaje y vestuario, y en su lugar contrató al guionista Michael Wilson quien, perseguido por el Macartismo, había tenido que ocultar su identidad bajo seudónimos. Finalmente, Wilson respetaría la estructura básica de Serling, pero reescribiría todos los diálogos, además de no establecer identidad del planeta en donde ocurren los hechos y una sociedad simia más primitiva, que era lo que había sugerido Schaffner por cuestiones de presupuesto, pero que distaba bastante de la trama original de Boulle.
En su novela, el escritor francés habla de un futuro lejano en donde una pareja de enamorados, en plena época de viajes interplanetarios cotidianos, encuentra una botella vagando por el espacio con un mensaje escrito por un periodista, Ulises Mérou, quien narra el descubrimiento de una civilización en el planeta Soror, en la estrella Betelgeuse compuesta por simios, organizados en gorilas (clase dirigente), orangutanes (clase académica) y chimpancés (clase progresista), a diferencia de la raza humana, que vive en estado salvaje. Hay que señalar que esta descripción que hace Boulle provocará que el guión de Wilson entre en una compleja contradicción acerca del nivel civilizatorio de los simios, que en la película de Schaffner aparecerán como seres muy inteligentes, pero viviendo en condiciones más bien primitivas, mientras mantienen a los humanos en otras prácticamente cavernarias. Más aún cuando el espectador tiene en cuenta que la sociedad simia tiene psicólogos y científicos, pero al mismo tiempo tiene el típico conservadurismo religioso y político de una sociedad medieval. Tienen artilugios técnicos avanzados como armas de fuego, cámaras fotográficas, pero se desplazan sobre caballos y carretas, sus edificios tienen una “curiosa” mezcla de arquitectura prehistórica y algo de la Grecia Clásica.
Wilson también se aventura a modificar las fechas y la identidad de los viajeros espaciales, indicando que éstos inician su viaje en el siglo XXVI y no en el siglo XX, y explicando que envejecerán 18 meses en el espacio, pero casi 2006 años terrícolas, llegando en concreto al planeta desconocido el año 3978. Así, el guionista cambiará la tripulación original de franceses por estadounidenses, eliminando al chimpancé que llevan consigo y reemplazandolo por una cuarta tripulante femenina, que muere por una falla de oxígeno en la nave. De cualquier forma, la decisión de eliminar la presencia de los enamorados y concentrarla en tres científicos enviados en una misión (en donde envejecerán 18 meses, pero estarán fuera de la Tierra casi 2006 años, en concreto el año 3978), termina por jugarle más a favor al proporcionarle la veta narrativa científica necesaria para explicar los alcances de su viaje y aterrizaje en el desconocido y lejano planeta. Ello a pesar de que el guión siga mostrando errores de coherencia acerca de la conducta de los científicos a la hora de no cuestionar sus características físicas ni menos someterlas a prueba. Pero si digo que bien vale la pena el cambio de personajes, a pesar de esas incongruencias, es porque el tratamiento que hace el guión del protagonista, el coronel George Taylor, resulta a todas luces intrigante y explorable en toda su dimensión. Un personaje desconfiado, altivo y renegado, que debe pasar por la difícil prueba de ser humillado y tratado de forma despectiva y despreciativa.
Las actuaciones son correctas, Charlton Heston personifica al coronel Taylor. Heston, convertido en una estrella hacía bastante tiempo atrás, es el absoluto protagonista del film, en donde interpreta al icónico y arrogante coronel Taylor que, en busca de vida extraterrestre, se encontrará con una sociedad hostil a su especie y, más adelante, una horrorosa verdad, al lograr finalmente liberarse de sus captores simios. En tanto, su némesis el Dr. Zaius, es encarnado por Maurice Evans notable intérprete de Shakespeare, líder simio que muestra especial aversión y hostilidad hacia Taylor, en especial al enterarse de que habla, representando la intolerancia ideológica y política más dura de la sociedad simia. Roddy McDowall y la ganadora del Oscar Kim Hunter interpretan a la pareja de científicos que descubrirán la verdad sobre el origen de su civilización, siendo acusados por Zaius de herejía. Representan el espíritu de curiosidad primigenio de conocer y entender sus orígenes, y la libertad que esa verdad significa para ellos cuando la encuentran. En el reparto secundario, encontramos a James Whitmore que personifica al presidente de la asamblea simia, James Daly como el Dr. Honorius, uno de los más intolerantes miembros de la asamblea simia. Robert Gunner y Jeff Burton como los compañeros de Taylor, Landon y Dodge. Y para finalizar Linda Harrison como Nova, la bella mujer salvaje que se convierte en la compañera de Taylor.
En definitiva, con su gran cantidad de virtudes y uno que otro defecto, es una película de gran importancia para la historia del cine, que a partir su estreno impulsaría notablemente el género de ciencia ficción. Es original, innovadora, intrigante, espeluznante, crítica, divertida... Mezcla a la perfección el cine de aventuras con la acción, la intriga, la supervivencia, y a la vez añade una enorme crítica al ser humano y a su sociedad.