"Sospechosos Habituales" es un notable thriller dirigido por Bryan Singer y protagonizado por Kevin Spacey, Chazz Palminteri, Gabriel Byrne y Benicio del Toro, entre otros. Singer se embarcará en su segunda película, con la cual ganaría reconocimiento internacional de la crítica al quedarse con el BAFTA a la Mejor película, y el Oscar y BAFTA al Mejor guión original, a cargo de Christopher McQuarrie. La premisa nace de la idea del director y su guionista de posicionar a un grupo de delincuentes que supuestamente se conocen en una rueda de identificación, pero que están conectados de forma confusa con un legendario mafioso e involucrados en un tiroteo en un barco con drogas con resultados de incendio, de donde no sobrevivirán todos. Narrado esencialmente en retrospectiva por Kint, al ser interrogado por Kujan, sobre que estaba haciendo en el barco cuando se produce el tiroteo y luego se incendia, el guión es decididamente el mayor fuerte del film. Principalmente por su interesante estructuración narrativa, a pesar de volverse caótico, denso y confuso por momentos, demandando la atención constante del espectador en los detalles para poder seguirlo con éxito. Se trata de esa historia en donde lo que parece ser no lo es y donde lo que parece ser importante tampoco lo es y viceversa, con personajes que deambulan entre la ambigüedad de su existencia y actuar, y sus verdaderos intereses o motivaciones.
En concreto, me refiero a tres personajes fundamentales en la trama, el del policía corrupto Dean Keaton, el estafador lisiado Roger “Verbal” Kint y el legendario criminal turco Keyser Sözer, que puede considerarse el punto de inflexión de un film que ha iniciado como cualquier thriller policíaco (un crimen no resuelto, cuyo agente policial a cargo debe solucionar desde la bruma de duda absoluta) pero que una vez mencionado y expuesto todo lo que se requiere saber de él, se transformará en el principal interés para el espectador. Ahora bien, el director propone un estilo de narración complejo, tan complejo que puede poner en tela de juicio la valoración del guión. El ritmo que le infunde al desarrollo de la trama inicia con bastante lentitud y, a excepción del epílogo, probablemente el mejor segmento de la cinta por el inteligente giro argumentativo sobre la verdadera identidad de Sözer, apela mayoritariamente al misterio y lluvia de ideas por medio de una docena de nombres que recordar y relacionar, hilos argumentativos menores como el atraco a la empresa de taxis y el robo de joyas, y personajes antagonistas, que sin estar excelentemente bien construidos, resultan interesantes. No obstante, a pesar de que se presenta a Keyser Sözer como una mente diabólica capaz de asesinar a su familia, está muy lejos de emular a grandes criminales que aterrorizan desde las sombras.
Si bien se le debe reconocer a Singer su intento por hacer cine negro distinto y poco convencional, desde una perspectiva manierista (es decir, abundante en formas difíciles y poco naturales), la pregunta que termina por surgir al fin de cuentas es si es necesario narrar una historia de esta forma tan farragosa y, en cierto modo, pretenciosa, si al hacerlo de forma lineal hubiese sabido aprovechar mejor la historia. La confusión de algunos tramos del montaje lejos de hacer perder el interés, atrapa más a espectador y es que la cinta desde su comienzo, pide la complicidad del público para desenmarañar los misterios en juego. Curiosamente la ambientación y la fotografía no necesitan encandilar, ya que el director lleva la teatralidad a la pantalla grande con el aval de su elenco. Así el film está perfectamente definido en tres bloques, un prólogo en el que se nos plantean todos los interrogantes, un desarrollo en el que se cuentan los hechos a base de "flashbacks", y una conclusión sorprendente, todo ello mérito de un excelente guión, que sabe envolver a lo que podría ser una banal reactualización de "Atraco perfecto", en un halo de intriga y misterio, sirviendose además de un grupo variopinto de personajes.
Las actuaciones son impecables, resulta innegable la correcta elección del reparto, en donde destacan, Kevin Spacey, Gabriel Byrne, Stephen Baldwin, Benicio del Toro, Pete Postlethwaite y Chazz Palminteri, entre otros. Lo de Spacey, quién encarna al lisiado “Verbal” Kint, definitivamente resulta a todas luces loable, en especial, cuando el espectador recapitula las escenas en las que aparece y finalmente éste se muestre tal cual es verdaderamente en el clímax. Una actuación que le significó su primer Oscar al Mejor actor de reparto con justicia. Gabriel Byrne en tanto, que nos tiene acostumbrados a performances sólidas y variadas, interpreta al ex policía corrupto, presuntamente reformado, Dean Keaton, una suerte de antihéroe trágico que se lleva gran peso del argumento sobre sus hombros, para luego relevarla a un Spacey que ha permanecido en segundo orden hasta el momento del epílogo. Entre los secundarios, con un poco menos de protagonismo, pero igualmente interesantes, encontramos a Stephen Baldwin que interpreta al malhumorado ladrón Michael McManus. Benicio del Toro como el extraño y neurótico Fred Fenster. El efectivo Pete Postlethwaite encarna al irritante abogado Kobayashi. Y Chazz Palmenteri quién se desempeña como el agente Dave Kujan, que logra descubrir la identidad de Sözer pero demasiado tarde.
En definitiva, un thriller noir, turbio, emocionante, sin tiempo para respirar, con un formidable ritmo y eficaz tensión durante todo el metraje, una película fascinante, de elegante factura y con unas interpretaciones magnificas. Un filme inteligente y bien ejecutado, a mi parecer una pieza clave en el cine de los noventa. Si bien se aplaude que Singer explore otras formas no tan convencionales de hacer cine negro. Donde todas las piezas acaban encajando, cautivando a todos en su visionado y sorprendiéndonos con un inigualable final que no dejará a nadie indiferente.