Michael Mann nos sorprende con una película basada en la vida real de uno de los delincuentes más buscados de la historia de los EE.UU.: John Dillinger.
Con una cuidada interpretación y una fidelidad a la historia original digna de mención, la película sufre de una postproducción que parece realizada por estudiantes en prácticas. Escenas como una de las últimas persecuciones en el bosque, en la que se distinguen las luces artificiales con facilidad, sacan al espectador por completo de la película. Y es una pena, porque con una finalización más cuidada podría haberse convertido en una de las grandes películas históricas de los últimos años. A pesar de estos inconvenientes, es una cinta apreciable por su originalidad y porque la historia que cuenta hay que reconocer que es apasionante.