"Swinger" de boquilla
por Covadonga G. LaheraNia Vardalos firma la dirección primeriza y el guión de esta comedia romántica que pretende volver a explotar la supuesta química que mantenía con John Corbett, su "partenaire" en Mi gran boda griega. Si esta se asentaba siete años antes sobre innumerables tópicos culturales y sexuales, pero lograba salir bien parada y conducir con cierta gracia y frescura algunos momentos puntuales durante el desarrollo de su relato romántico, Con el amor no hay quien pueda Vardalos logra todo lo contrario.
Es aquí la chica florista la que se ha montado una superficial coraza que consiste en limitar cualquier relación a cinco citas para no salir mal parada. La trama no será otra cosa que la poco interesante puesta en cuestionamiento de esa "infalible" teoría, que va de progre y se queda en tópica y contradictoria, reduciéndose a expresiones del tipo "a las mujeres nos gusta ser cortejadas". En general el mercado suele estar plagado cada año de comedias románticas bastante previsibles en cuanto a sus desenlaces, pero no es este de por sí un factor que genere irritación. Sí, en cambio, la poca agilidad del conjunto, la rigidez con la que pueden actuar los estereotipos presentados, la poca entidad de los secundarios o el poco ingenio en cómo se construyen los encuentros y desencuentros de la pareja. Esto es lo que se da cita aquí.
A favor: Recordar, aunque con inevitable nostalgia, al Chris de Doctor en Alaska.
En contra: Su poca gracia. El que vaya de "Odio el día de San Valentín", que reza su título original, y que en realidad muestre todo lo contrario.