Hachiko o cómo explotar a un perro
por Cristina Álvarez LópezEste filme, basado en un caso real y "remake" de la película japonesa 'Hachikô monogatari' (Seijirô Kôyama, 1987), cuenta la historia del fuerte vínculo que se establece entre un perro y Parker (Richard Gere), el profesor de música que le adopta. Todos los días Hachi acompaña a Parker hasta la estación y le espera allí cuando este vuelve del trabajo. Hasta que un día, repentinamente, Parker muere pero el perro seguirá esperándole fielmente en el mismo lugar.
Pese a que Hallström convierte al perro de esta historia en el protagonista de su película, su visión no puede escapar de un antropomorfismo que se vuelve ridículo cuando proyecta en el perro emociones que son humanas e intenta hacernos creer que estos son los sentimientos de Hachi. Con una puesta en escena muy parecida a la de 'Chocolat' (casi toda la acción se enmarca en un lugar público regentado por varias personas que observan lo que allí sucede), el filme sigue la senda sentimentaloide a la que Hallström nos tiene acostumbrados: música cada diez segundos, muchos primeros planos del rostro de Hachi y muchas muestras de cariño entre el perro y su dueño. Todo ello con una intención.
Que nadie se engañe, esto no es más que pornografía de las emociones y Hachi es el objeto utilizado por el director para conseguir un propósito tan claro como despreciable: asestarnos el golpe de gracia en el momento preciso para provocar un torrente de lágrimas cuidadosamente diseñado.
A favor: Nada.
En contra: Los planos en blanco y negro que tratan de imitar la visión del perro son, sencillamente, ridículos.