Crítica de SensaCine.com para El último gran mago: Magos y pitonisas

La veterana directora australiana Gillian Armstrong dirigió 'El último gran mago', en la que se adentraba en la vida de Harry Houdini (Guy Pearce) cuando este entra en contacto con Mary (Catherine Zeta-Jones), una parasicóloga misteriosa que prendará al famoso mago escapista.

'El último gran mago' es una película sencilla, anodina, simple en su narración y sin demasiada inventiva en su puesta en escena, aunque llena de imágenes más o menos bellas que hacen del espectáculo mucho más llevadero. Armstrong ha ido creando una filmografía basada en títulos insulsos aunque de magnífico empaquetado, algo que en 'El último gran mago' es más que patente. Una película, como suele ser normal en el cine de Armstrong, al menos en sus primeros títulos, de buena factura pero de sentimentalismo vacuo y, en ocasiones, incluso irritante. La presencia de Houdini en la película acaba derivando en una mera excusa para contextualizar una historia de amor tan común como aquellas que han ido desarrollándose en el cine la de directora australiana. Una película simple tanto para lo bueno como para lo malo.

A favor: La elegancia de la propuesta, una película casi de otra época.

En contra: Que la película va derivando hacia un romanticismo muy manido y cursi.