La hormiga que trató de conquistarnos
Duda escatológica, que duele en la ilusión y el alma, e impiden darle una deseosa nota alta.
Acaba la película y aún dudas sobre lo percibido, sobre tus sensaciones respecto la misma, te mueves en un terreno complicado de sentimientos, ambivalencia que dificulta aclarar tu postura y reflexión sobre la misma.
Por un lado genial Paul Rudd, todo un acierto escogerle como héroe protagonista, valiente anónimo que tendrá que perfeccionar su caótica técnica y controlar su temeraria voluntad, y obvia su participación en la escritura y desarrollo del guión pues, como excelente actor humorista que se mueve con exquisita soltura en el género de la comedia, borda la ironía e ingenio del personaje, simpatía que va aderezada por un sólido Michael Douglas y la bella acompañante Evangeline Lilly para formar un trío ameno, cordial, de apetecible invitación a su fiesta sorpresa, sólo que el resto de participantes de tan memorable noche se compone del dúo sacapuntas y su nula cabeza pensante, cuya aportación no es carismática ni sabrosa; que sí, están bien y se aceptan como decoración superflua del primer plato principal pero, el pulpo nunca será animal de compañía por mucho que se quiera ser amable y condescendiente con el responsable del juego planteado.
¡Y si fuera lo único!, porque el pupilo vuelto codicioso, que ostenta superar e ir contra su respetado y admirado mentor, como que le falta malicia, poder y enganche para tentar la opción apetitosa de cruzar al lado oscuro y ¡como colofón de lo extraño!, pues no sabes si encanta o aturde, gusta o palidece por absurdo, son su fiel ejército de hormigas teledirigidas mentalmente para construir puentes de acceso, trasladarte volando, morder al villano o abrazarle en masa hasta conseguir de él ¡un ataque coronario!
Porque, entonces, ant man ¿qué haces tú?, lucir traje arcaico -comparado con tus colegas de Marvel-, aprovechar tu talento labial para relajar el ambiente, bromear con lo guay que eres de insigne superhombre hecho migas y ofrecer tu atractiva sonrisa que encandila junto ¡tu presencial salero!
Se agradece el desmarque del prototipo clásico, y explotado hasta la saciedad, visto hasta ahora, esa ocurrente inclinación por la gracia y su guasona alegría, agudeza de confiar más en los personajes y en lo que pueden aportar, no tanto en deslumbrar únicamente a la vista y nutrir, también, la olvidada mente y su solicitud de inteligencia dialéctica, pero no te olvides de confeccionar una historia más rotunda, sobria y contundente, digna por su pasión, nervio y fuerza como rocambolesca aventura que te lleve al límite de la tensión y de su respiración entrecortada; al fin y al cabo es un blockbuster, se busca vibrar de emoción y adrenalina y quedar perplejo e impresionado por lo ideado, y los efectos especiales mostrados para hacer posible tan increíble invención.
Peyton Reed presenta un cariño, he encongido al primer desesperado que encontré por la calle, salido de la cárcel y urgente necesitado de cobijo y amparo, pretendo sea un aprendiz de Ethan Hunk reducido, sin menospreciar la fase de William Katt, el añorado súper héroe americano -quien no recuerda sus descabellados intentos de despegue, vuelo y aterrizaje- donde se busca la torpeza e ignorancia patética del ¡novato aprendiz!, para que colabore con sus hermanas de tamaño y traje y traiga los deberes hechos a casa.
“No dejes que tu pasado condicione tu futuro”, y este jellowjacket no lo hace, para nada, pretende superar las normas del hombre, las leyes de la naturaleza para crear las suyas propias mientras se enfrasca en una singular -y atractiva de manera curiosa-, pelea a tamaño natural/ahora enano, mientras de todo lo visto, los verdaderos artificieros de todo el complot y estallido son estos diligentes himenópteros, capaces de levantar 50 veces su peso ¡ahí te has quedao!
Es divertida y sugestiva, pero su diversión y entretenimiento no es convincente con firmeza y convicción, garbo de agradar por visionar algo peculiar y diferente pero, como cuando te dan a probar un helado nuevo de sabor genuino y novedoso, te gusta, no está mal pero, tu cabeza y corazón te están diciendo, por lo bajito, prefiero el de nata y chocolate de toda la vida, ¡el clásico, vamos!; pues algo similar pasa en este caso, el asombro de lo visionado no logra calar hondo más allá de la inicial sorpresa.
Y realmente no es voluntaria intención hacerlo, este nuevo y original formato tiene puntos agudos y refrescantes que valen la pena, que son un gozo que logró evitar perderse en el pozo, pero ¡remata la faena!, no cojas velocidad y luego te arrepientas de la aceleración y ¡pongas el freno de mano!; se aplaude la sencillez de la idea pero ¡transformala en algo grande, potente y suculento!, que seduzca la vista y cautive la razón, que encandile los oídos por su sagacidad expresiva e inquiete la piel por la fascinación de la hazaña emprendida, que no deje con el interrogante de si el personal está contento y satisfecho o a medio gas entre ambos.
Con seguridad vas a sonreír, hechar más de una carcajada, cómoda distensión que no evitará presencies también escenas más desafortunadas y menos agraciadas, compendio que unas veces luce/otras se apaga lamentablemente, tristeza de incomprensión que afecta al veredicto final que se tiene sobre ella; con todo sirve de forma estupenda como recreo y regocijo, sólo que la sombra de lo magnífico que pudo haber sido no deja de pasear por el ambiente, disminyendo la sensacional intensidad de lo recibido.
Ant man, hombre hormiga, ahora cuando vayas caminando tendrás cuidado de dónde pisas, no se si lograrás hacer saga de tu poder y talento; en caso afirmativo será grato volver a verte, en caso contrario, la experiencia bien vale su tiempo y espacio.
Lo mejor, su opcional espíritu que trata de desamarcarse de la común norma.
Lo peor, no cuida por igual todas sus partes.
Nota 6