El mayor espectáculo del mundo
por Alejandro G.CalvoSería fantástico que el cine fuera exactamente lo que propone 'Los Vengadores': un espectáculo expositivo, nítido, emocionante, sin preocupaciones que valgan. Y es que lo buscaba (y ha encontrado) Joss Whedon no se diferencia tanto de los logros obtenidos por Akira Kurosawa cuando realizaba 'Los siete samuráis' (1954) o 'Barbarroja' (1965): un modelo cinematográfico que aspirara a la épica dramática a través del entretenimiento inteligente (aunque suene snob, al menos no queda tan mal como decir "entretenimiento adulto", que suena a cine porno). Aunque quizás convendría matizar la frase de apertura de esta crítica: el cine, en realidad, puede ser lo que le venga en gana; de hecho, tal es su grandeza, que el cine puede dejar de ser cine y aún así seguir siendo deslumbrante. Pero claro, esos son otros mundos, seguramente paralelos; pues al igual que los Ultimates de Marvel son los gemelos bergmanianos de los Vengadores creados por Stan Lee y Jack Kirby en 1963, esta 'Marvel: Los Vengadores' podría ser -permítaseme la filigrana antitética- la versión infográfica estilizada (en clave mainstream) de todos aquellos westerns -de 'Fort Apache' (1948) a 'Grupo salvaje' (1969)- y películas bélicas -de 'Objetivo: Birmania' (1945) a 'Doce del patíbulo' (1967)- donde un grupo de inadaptados se dejaban la piel (y la vida) en una última batalla destinada, por encima de todo, a salvaguardar su honor, a buscar algo de sentido a su vida.
No era tarea fácil. Los marvelófilos han visto repetidamente como un material de base de lo más potente se diluía en títulos previsibles, desmañados, cómicos a su pesar (y pienso tanto en las películas de los Cuatro Fantásticos, como en el cierre de la trilogía de la Patrulla X y las películas-chufla que nos brindaron personajes tan emblemáticos como el Motorista Fantasma o The Punisher). La cosa mejoró con la llegada del 'Iron-Man' (2008) de Jon Favreau -cuya mirada irónica sobre el personaje no dejaba de abordar las complejidades de un súper héroe alcohólico, mujeriego e irresponsable- e incluso de la minusvalorada 'El increíble Hulk' (2008) de John Leterrier -la industria ha borrado del mapa el pésimo recuerdo económico que dejó la versión en clave melodramática firmada por Ang Lee: ahora, yo soy fan a muerte de ese Hulk de ojos tristes que fue Eric Bana, probablemente la película de súper héroes con menos acción de la historia del cine. Una buena racha que se confirmó tanto con la delirante versión de 'Thor' (2010) que nos ofreció un Kenneth Branagh pasado de rosca en cuanto a lo kitsch y a lo shakespeariano -la apuesta era tan loca que acababa funcionando-, como con esa delicia pulp que es 'Capitán América. El primer vengador' (2010) donde Joe Johnston logra dar nuevo sentido al revival vintage que azota la cultura (¡y la moda!) desde hace ya unos años. Cuatro estilos bien diferentes de entender el mundo del espectáculo que han decidido confluir en 'Marvel: Los Vengadores', por obra y gracia de Joss Whedon (el director también es coautor del guión), en la action movie definitiva, lo mejor que nos puede ofrecer un blockbuster americano a día de hoy.
Y es que la ligereza por la que discurre la dramática de 'Los Vengadores' es la clave para poder disfrutar sin ambages de la pirotecnia espectacular que la trama nos ofrece. Es como si Whedon hubiera mirado a JJ Abrams (el manejo expeditivo y nítido de la acción es muy similar al de la extraordinaria 'Star Trek' (2009)) y a Steven Spielberg antes que a Christopher Nolan y a David Fincher -que nadie se espere una película de las capas y la complejidad de 'El caballero oscuro'-, aquí nos movemos con los pies flotando en el aire y la cabeza totalmente despejada. El espectador de 'Los Vengadores' estará de enhorabuena: su desconexión del mundo real será absoluta, va a estar sometido ciento cuarenta minutos a las imágenes más atractivas que, a día de hoy, pueda dar el cinematógrafo -esto no es la pastelería de 'Avatar' ni tampoco el after de 'Tron: Legacy'-, de hecho, va conseguir que sus gafas de pasta tiemblen imperceptiblemente cuando vean a Hulk salvar de la caída al vacío a Iron Man y será entonces cuándo uno se de cuenta de que ha logrado emocionarse viendo una película donde gente adulta muy bien pagada va vestida con ridículos disfraces mientras declina frases sobre la nada y el todo con tanta gracia como elegancia.
Todas estas alabanzas han de entenderse en el contexto que se presentan. 'Los Vengadores' cumple al cien por cien sus expectativas dando mil vueltas a todo ese barullo de formas borrosas e inconexas que se presentan como grandes películas de acción -de los 'Transformers' (2007) de Michael Bay a la 'Ira de Titanes' (2012) de Jonathan Liebesman- y acaban siendo un cúmulo de secuencias altisonantes tremendamente aburridas. 'Los Vengadores' no será perfecta, de hecho, su arranque es más bien tibio, sólo animado por las chanzas de Robert Downey-Iron Man y el estilazo que destila Tom Hiddleton, un grandísimo Loki (a ver quién podría resultar creíble llevando esos cuernos). Por suerte ésta va de menos a más, de cero a cien, de cien a mil, de mil a un millón. Pues lo dije entonces y lo repito ahora: la secuencia final donde se relata la batalla en Nueva York frente al ejército marciano invasor -cuya duración rondará los tres cuartos de hora- es más potente que todas las películas anteriores de Marvel juntas (y eso que soy muy fan de 'Spider-Man 2' (2004)). Y si no estás de acuerdo conmigo es que eres un Skrull.
A favor: El abrazo de Hulk cuando Iron Man cae grogui desde el infinito (se ve en el tráiler: no es spoiler).
En contra: La canción de Soundgarden de los títulos de crédito: awful!. Y que no haya película para Ojo de Halcón. Todavía.