High School Musical
por Paula Arantzazu RuizHacer una secuela de Hamlet en clave musical con una máquina del tiempo y con Jesucristo dando guerra es la idea más absurda del mundo; algo que sólo puede ocurrírsele a un actorzuelo metido a profesor de teatro en Tucson, Arizona. O a Andrew Lloyd-Weber. Por desgracia para el celebérrimo músico, llega tarde. Andrew Fleming pensó antes que toda esta historia sería un buen material para una película y, de hecho, no se equivocó porque la cosa funciona. Sobre todo porque cuenta encarnado al actor profesor en horas bajas a Steve Coogan, estupendo hombre de escena, maníaco, vulnerable, divertido y ególatra. También ayuda a que entre su soundtrack luzca un tema de título más que sugestivo, ‘Rock Me Sexy Jesus', o que entre los secundarios aparezca Elisabeth Shue autoparodiándose. En resumen, entretenida comedia de instituto de espíritu Sundance, más ácida de lo habitual y de moraleja predecible: no hay sueño inalcanzable si uno se esfuerza lo suficiente.
A favor: La premisa de la película es muy ocurrente.
En contra: al pobre Steve Coogan no paran de sucederle desgracias.