Margarethe von Trotta es una de las cineastas alemanas más interesantes de los últimos años. Desde sus inicios junto a Voljer Schlöndorff, la directora ha trazado una filmografía singular, normalmente con un trasfondo político que elude la superficialidad y la obviedad, narrando antes que caer en el discurso evidente. La promesa es un buen ejemplo de su cine, quizá no su mejor película, pero sí un serio intento de analizar el desarrollo de Alemania desde comienzos de los sesenta hasta la caída del muro, es decir, casi cuarenta años de historia, a través de una pareja que, por cuestiones del azar, se ven separados, una en la parte Occidente, el otro en la Oriental, reencontrándose años después cuando el muro es derribado. De esta manera, von Trotta construye una obra dramática intensa, bien escrita, quizá un ambiciosa y desequilibrada al manejar demasiados elementos, pero que muestra que