Encanto con costuras
por Beatriz MartínezSon muchos los autores que traspasan su imaginario al campo de la animación para para explotar nuevos terrenos creativos, como fue el caso de Wes Anderson en la luminosa 'Fantástico Sr. Fox' (2009). Otros, han intentado utilizar las nuevas tecnologías de captura de movimiento para ejercer de pioneros en territorios limítrofes al género todavía poco transitados, como ocurrió con Robert Zemeckis en 'Polar Express' (2004), 'Beowulf' (2007) o 'Cuento de Navidad' (2009). Los intereses artísticos son diferentes, pero siempre existe una voluntad de abrir nuevas fronteras, de explorar nuevos universos. Esa se supone que es la razón por la que los directores de imagen real se acercan a la animación, para jugar con ella, para experimentar. A Tim Burton no le ocurre eso. El director no utiliza el medio para evolucionar: él comenzó experimentando en sus inicios con la animación, y de esos primeros trabajos extrajo unos elementos identificativos que ha mantenido intactos hasta la actualidad. No hay avance, sino retroceso. Por eso quizás ahora que se encuentra en horas bajas (después de la que quizás haya sido la peor y más bochornosa película de toda su carrera, 'Sombras tenebrosas'), Burton vuelve a sus inicios, al cortometraje seminal 'Frankenweenie' (1984) y al estilo y la técnica animada de 'Vincent' (1982) para configurar uno de esos cuentos góticos de épica minúscula que tan bien se le dan.
El nuevo 'Frankenweenie' tiene la virtud de rescatar a Burton de los abismos. Al menos en ella, vuelve a brotar el germen de la emoción, la savia de la esperanza de que todavía Burton todavía puede resurgir de sus cenizas. La película tiene encanto, está recubierta de esa pátina de nostalgia por el cine artesano, por la serie B y por el gusto metarreferencial que tanto le gustan al director. Todo un cóctel de influencias se da cita en 'Frankenweenie', desde las películas de Gamera hasta los "gremlins", como si el director todavía se siguiera divirtiendo dotando de una nueva vida a sus viejos recuerdos. Sin embargo, algo falla. Ya no existe el elemento sorpresa, conocemos demasiado bien a Burton y a la película se le notan las costuras. Algo tiene de postizo 'Frankenweenie', como una receta demasiadas veces cocinada que siempre sabe bien pero que ha perdido la magia de la primera vez que probamos su sabor. Sin embargo, eso no quiere decir que no se siga disfrutando, porque todavía posee gracia e intuición para configurar personajes (como el propio Sparky o la niña rara), para hilar secuencias de una gran potencia expresiva que funcionan casi de manera independiente (la resurrección de las mascotas de los niños en acciones paralelas) o alcanzar esas dosis de ternura que tan buenos resultados le dieron en el pasado.
A favor: Algunas set-pièces que adquieren el poder del cine mudo, repletas de ritmo y de ingenio expresivo.
En contra: Que ya no haya lugar para la sorpresa.