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    El caballero oscuro. La leyenda renace
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    El caballero oscuro. La leyenda renace

    Opus en negro

    por Quim Casas

    La tercera entrega de las oscuras andanzas de Batman orquestadas por Christopher Nolan se presenta, por tonalidad, movimientos y desenlace, como el teórico opus definitivo, no solo el filme que cierra la trilogía, sino la obra que clausura la atormentada vida de Bruce Wayne como señor de la noche. En este sentido, es una obra total en sí misma pero que también necesita de las dos anteriores partes para organizarse como un cuerpo absoluto, definitivo, una ambiciosa ópera, trágica como lo son todas las óperas, construidas en algo similar a movimientos musicales que se van superponiendo unos sobre otros. Batman se enfrenta de nuevo a sus fantasmas y, también de nuevo, a otro desequilibrado que pretende instaurar su propio equilibrio a través del caos: en 'El caballero oscuro' fue el Joker y en 'El caballero oscuro. La leyenda renace' es Bane, un villano sin superpoderes, como Batman, que esconde tras su tétrica máscara el mismísimo origen de la violencia y los infiernos.

    Bane lidera su particular revolución francesa, su muy personal toma de la Bastilla, colocando a Jonathan Crane, un Espantapájaros con rostro, como especial Robespierre que dicta sentencia. Nolan le sigue a él y a Batman, a Gordon y a Alfred, a Fox, a Catwoman, a la sombra imperecedera de Harvey Dent (para lo bueno y para lo malo) y a otros personajes nuevos y relevantes que apenas gozan de espacio dramático sin que ello suponga un problema; son fragmentos de personajes más que personajes en sí mismos.

    Al igual que 'Origen', el tercer Batman de Nolan está diseñado como una suerte de crescendos breves y cortantes, una sucesión de momentos absolutos cuyo desenlace encadena inmediatamente con otra situación definitiva. En permanente construcción musical, y no solo por las tonalidades repetitivas de Hans Zimmer, sino por la propia cadencia de las imágenes y la modulación del relato, 'El caballero oscuro. La leyenda renace' fluye sin complejos a partir de un guión repleto de agujeros y gestos inverosímiles que Nolan sostiene con la misma determinación que Batman lucha a pesar de que ha perdido estabilidad, reflejos y cartílagos.

    Como pieza definitiva de la batalla contra el caos a partir de un orden puesto en duda constantemente (el orden de Batman, el del comisario Gordon, el de la propia ciudad de Gotham, materia humana y urbana completamente maleable y constantemente ultrajada: véase la excelente secuencia en la que explotan bombas por las calles y todo el césped de un estadio de fútbol americano se viene abajo), el filme de Nolan no puede ser más virulento, primitivo, casi atávico. En un mundo tan tecnificado, con Batman subido a una moto de ruedas que giran en seco o a su nave voladora y Catwoman luciendo estilizado antifaz (bien lejos del traje con costurones de Michelle Pfeiffer en la cinta de Tim Burton), la lucha final se escenifica a puñetazo limpio en plena calle, como si se tratara de unos de los enfrentamientos filmados por Scorsese en 'Gangs of New York'. Nolan ha reinventado la reinvención del superhéroe oscuro ya plasmada en los cómics de Frank Miller, Alan Moore o Tim Sale. Si nos esperan nuevos Spider-man y mutantes X, posiblemente nuevos Superman y Hulk, después de esto ya no nos queda un Batman cinematográfico que esperar.

    A favor: la construcción del filme en permanentes crescendos.

    En contra: la variedad de situaciones y secuencias-momento quitan dramática a algunos personajes.

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