¡Barroco tú!
por Carlos ReviriegoSi la teoría artística del péndulo funcionara con los cineastas, 'Los abrazos rotos' vendría a ser algo así como la etapa churrigeresca del cada vez más barroco Pedro Almodóvar (¡Barroco tú!, gritan aquellos personajes de 'Muchachada Nui'): un auténtico laberinto de espejos, juegos, desvíos narrativos, capas superpuestas y máscaras que esconden máscaras con el que Almodóvar profundizó, aun más si cabe, en las aguas oscuras de la muerte y la desolación que ya había sondeado en 'Hable con ella' (2002) y de otra forma en 'La mala educación' (2004). Se le podría achacar a Almodóvar cierto regodeo en la forma intrincada de la película, como de vid retorcida y azotada por el viento que recorre el Lanzarote donde se rodó, que termina desembocando en una película imperfecta que esconde en su interior una obra maestra. Pero no seremos nosotros quienes desechemos una película por sus ambiciones, especialmente en un país en el que los cineastas no saben, o no quieren, salirse de las autopistas del tedio.
Lo mejor: El abismo doloroso que desemboca en una espiral de formas y juegos cinematográficos.
Lo peor: Que algunos sigan.