Una película que sigue muy en la línea de la anterior obra de este director: “Blade Runner 2049” (2017). Aquí nos ofrece otro “remake” de grandes clásicos de la ciencia ficción de los años 80. “Dune” (David Lynch, 1984) está basada en la novela homónima de Frank Herbert a la que hizo posteriores añadidos. Quizás demasiada densa para condensarla en una película. Esto, para mí, es el principal escollo de esta versión actualizada. Me aburrí mucho al principio, fruto del exceso de narración oral en el que llegas a un momento en el que no retienes los nombres ni la cronología de la historia. Por el camino del metraje vas atando cabos, pero me consta que no todos y el exceso de ensoñaciones del protagonista te saca de la trama y despista más que aporta. Cuando vas consiguiendo adentrarte en todo lo que está pasando ya ha transcurrido media película. Ahí, empieza a divertirte.
Otra cosa es la belleza visual. Impresionante. Los decorados, los diseños de las ciudades, el vestuario, las luces y los encuadres, los elementos decorativos implementados como parte de la trama y, hasta los efectos visuales, son impecablemente elaborados. Se nota que hicieron un gran esfuerzo en ellos y se agradece. Es mi gran favorita a arrasar en los Oscars técnicos. A esta película le sobra caos en la estructura narrativa. Se pasa de la acción a los momentos reflexivos de tal manera que consiguen un efecto de no saber muy bien que estás viendo. Porque lo que sí está claro es que Denis Villeneuve es un experto en esas tramas lentas que te meten dentro de los personajes. Me encantó muchísimo su película “La llegada” (2016), un film que te va introduciendo en las emociones de los personajes a base de planos largos y primeros planos. Aquí, creo que hay un abuso de ellos sobre todo en los de Zendaya (demasiados para el peso que tiene en la trama y me da pista que tendrá más protagonismo en la segunda parte, que ya se está cociendo). Es que, si además termina la película en un final abierto, te deja mucho más pegado un sinsabor de haber perdido algo el tiempo.
Entre los actores, ningún nominado. Justificado. Esos grandes primeros planos, sin carga dramática, es una de las grandes causas del tedio de parte de la obra. Inexpresivos Timothée Chalamet y Oscar Isaac, y demasiado dramática, a ratos, Rebecca Ferguson. Eso sí, destacaría el papel de los secundarios y del irreconocible Stellan Skarsgård en el papel del Barón Harkonnen (al que ya vimos haciendo de Bill “el Botas” en la saga de “Piratas del Caribe” o de solo Bill en la de “Mamma Mía”), a Javier Bardem en el del líder de una tribu Fremen y el camaleónico Josh Brolin que ya había trabajado con Villeneuve en “Sicario” (2015).
Diez nominaciones. En el apartado del guion, que no intuyo que lo gane por lo caótico que me parece. Diremos que Eric Roth, de sus ocho nominaciones al guion sólo lo ganó por “Forrest Gump” (Robert Zemeckis, 1994). Entre los técnicos nominados hay multitud de nominaciones al Óscar. Sobre todos, quiero destacar la fotografía de Greig Fraser que ya estuvo a punto de la estatuilla por una película que me gustó “Lion” (Garth Davis, 2016) y que esta vez puede ser que sí. Ah, y como chisme diré que yo también me uno a las protestas de Josh Brolin por no haber sido nominado el director Davis Villeneuve al Óscar.