Crítica de SensaCine.com para Pesadilla en Elm Street (El Origen): Soñar con monstruos

En 1984, el director Wes Craven creó uno de los personajes más carismáticos del cine de terror, uno de esos monstruos que quedarían grabados a fuego en el imaginario de los espectadores gracias al poder sugestivo que ejercían sus crímenes: era imposible escapar de él porque habitaba en el espacio mental de los sueños.

Después de unas cuantas secuelas, el personaje de Freddy Krueger quedaría parcialmente olvidado en la gran pantalla hasta que el revival de los remakes de las grandes películas de terror de los setenta y los ochenta se encargaría de recuperar la historia para de nuevo adaptarla esta vez, se supone, a las nuevas audiencias a través de un look modernizado.

'Pesadilla en Elm Street (El origen)', sigue siendo una buena historia de horror, lo era cuando la dirigió Wes Craven (que tampoco se puede decir que fuera un virtuoso) y lo es ahora también dirigida por Samuel Bayer, que a pesar de ser un novato en la dirección de largometrajes, tiene a sus espaldas una amplia trayectoria dentro del campo de videoclip. Puede que se haya perdido parte del encanto ochentero, que el nuevo Freddy nos resulte poco reconocible, pero lo cierto es que la película alcanza unos niveles malsanos incluso más perturbadores que la original, sobre todo en lo que tiene que ver con el elemento de la pederastia. Una película con un alto grado atmosférico con mucha más perversión de la que aparenta, cargada de amoralidad.

A favor: Los flashbacks con los niños resultan perturbadores.

En contra: Que intente compararse con la orginal.