Cuento de amor bastardo
por Paula Arantzazu RuizMusical de dibujos animados basado en un libro: la naturaleza bastarda de La mecánica del corazón está en su fondo y también en su forma, lo inunda todo. Su perpetrador, Mathias Malzieu, lanzó en 2007 la publicación La mécanique du cœur, seguido del álbum musical cuyas canciones también aparecen en la película y su éxito llamó la atención de Luc Besson, quien no dejó pasar la oportunidad de producir a través de EuropaCorp el particular cuento francés de amor à la Tim Burton. El cineasta estadounidense gótico ha sido una referencia de Malzieu a la hora de poner en marcha ese proyecto y tampoco lo esconde en el salto al cine.
Para quien desconozca la trama, La mecánica del corazón sigue al joven Jack, que tiene la mala suerte de nacer en el día más gélido del invierno, por lo que su corazón se le congela y se le sustituye por un artilugio mecánico con un reloj muy sensible y que para que no deje de funcionar no se deben tocar nunca las agujas, se ha de dominar la cólera y hay que evitar enamorarse. Por supuesto, Jack se enamora hasta la médula y hasta tal punto que viajará de Escocia a Andalucía (en mitad de Castilla- La Mancha) en busca de su amada. Los azares por los que transitará el pobre Jack son unos cuantos e incluso reclutará para su misión al mismísimo George Méliès, que teñirá, aún más, con su imaginación de barroquismo al relato. Riqueza visual, no obstante, no necesita el trabajo, que derrocha creatividad en cada plano, aunque ello no suponga que el conjunto sea compacto y coherente. Más bien lo contrario: Malzieu y a Stephan Berla, su compañero en la dirección, se dejan llevar con demasiada facilidad por el material que tienen entre manos y el espectador acaba algo agotado ante tal abigarramiento de diálogos, dibujos e ideas. Un consejo: no desfallezcan porque el final merece tanta sacudida.
A favor: Que salga George Méliès.
En contra: Su poco interés por la geografía española.