"Más vale pájaro en mano que ciento volando" fue el recurso del malvado carcelario, estratega ingenioso de porte encantador que mantuvo a la inocente damisela encerrada en su bella torre de oro, marfil y goloso dinero que hace más dinero.
Comida de navidad, familia reunida a la mesa, estómagos abiertos, alma hambrienta, corazones deseosos, oídos agudizados y, una oportunidad exquisita de aportar una conversación amena, ingeniosa, curiosa y anecdótica para rellenar tiempo, cubrir espacio y quedar ¡como gloria! ante los seres queridos, y familia no tan amada, al relatar, ante tan oportuno auditorio, el caso real del matrimonio Keane quienes engañaron, durante 10 años, a todo el personal viviente sobre el verdadero artífice de sus famosas y fructíferas pinturas de niños de ojos grandes y mirada penetrante y abrumadora.
Una fantástica y cautivadora Amy Adams que representa con magistral luz, con fragilidad arrebatadora, soberbia escénica y un adorable atractivo en toda su apreciable presencia a la esclava y sumisa esposa que, con lentitud pero firmeza, se rebela y osa reclamar lo que es suyo, un absorbente y desbocado Chirstoph Waltz de marido ambicioso, mentiroso compulsivo, aspirante a pintor y anhelo ardiente de éxito soñado con enorme voluntad, tenacidad y facultad diestra en el manejo del marketing y la venta al público más, una colorida, sugerente, vistosa e interesante fotografía en toda su deliciosa puesta en escena y su acertada sutil decoración que envuelven el magnífico y loable trabajo del dúo protagonista son las armas incondicionales de una historia linda, hermosa, ligera, singular y llevadera, realizada con ritmo cordial, amable y fluido sin grandes contratiempos ni baches que estropeen su sosegado abrazo, búsqueda obvia de suavidad y dulzura, teneu complacencia, facilidad en su consumo, comodidad entrañable en su acogida y un recuerdo que no se perturba ni altera en exceso gracias a esa tranquilidad neutra e inalterable de mirada serena que se observa durante toda su visión, lo cual no deja de ser sospechoso e irascible al tiempo pues, al tratarse de unos hechos reales tan suculentos y dispuestos al drama ocioso de elevado frenesí, energía y potencia y, la firma y producción de un director cuyo sólo nombre intuye el recibimiento de impacto, novedad e insinuada exquisitez en la recepción y reproducción de su obra, se espera algo con más brío, garra, emoción, aliciente y señuelo.
Pero, en esta ocasión, el querido autor de tantas y tantas piezas de arte de impresionante recuerdo para siempre llevadero en el interior secreto y privado de cada uno, se ha tomado vacaciones, ha descartado su natural talento para la provocación y el desafío y, ha optado por descansar de su habitual producción artística ofreciendo un relato dulce, suave, bonito, simpático y recatado..., pero ¿qué has hecho, Tim Burton, que no inspiras mi creación ni mi sed de escritura?, ¿qué me entretienes con tanta moderación que apenas te recuerdo ni dejas huella ostensible en mi memoria?, ¿no debo recelar de un menú tan comedido?, ¿de una fiesta tan acorde a lo previsto?, ¿debo apaciguar el memorial de agravios ante tan leve nutrición?, ¿no son lícitas las vindicaciones por tan tenue muestra presentada?, ¿no oportunas las quejas impertinentes que no descansan en una mente poco saciada?
Tu sello inconfundible, para con este trabajo, no destaca ni sobresale de la firma de cualquier otro director hábil, no se desmarca de un producto comercial de venta asumible y agrado digestivo, comformismo de lectura positiva para un pasable de nota media que no se esperaba, no es comodidad y relajamiento lo que se asocia a tu nombre, serenidad y correlación lineal sin desvíos improcedentes de picardía e interés más allá de lo grato.
Que sí, gusta, agrada y complace con apetencia moderada pero, tanta delicadeza, sedosidad, finura y cuidado en su lectura llana para no molestar al vecino, perturbar a comedidos ni alzar la voz no sea que la expectación levante pasiones desmesuradas..., tampoco.
Demasiado light, Sr. Burton, pues si "los ojos son las ventanas del alma" los suyos han percibido con excesiva levedad e irrelevancia una historia que daba para un suculento manjar más pleno, exquisito y redundante.
Buena, sencilla, adecuada, gustosa, ágil, cómoda, de fácil degustación y aprobado medio, pero dirigida y producida por el susodicho rey de la excentricidad y ostentación que busca deslumbrar, conmocionar y que no suele dejar indiferente a la audiencia con sus imágenes, creaciones y personajes varios..., como que no, como que escasea, se queda nimio, corto, pobre y normal con demasía, a menos que haya perdido reflejos, ideas y se busque la aprobación de lo correcto, la seguridad de la sencillez.
¡Tim Burton sencillo, correcto, normal, plácido, acoplado, recatado, de tono neutro y suave...!, ¿a dónde hemos llegado?, ¿qué será lo próximo? ¿Woody Allen intentando emular su mejor Manhattan en Barcelona?..., ¡aahhh, que eso ya ha ocurrido!