Ángeles y demonios en la América profunda
por Virginia MontesEl que fuera experto en efectos especiales en numerosas superproducciones, Scott Charles Stewart, se lanzaba a la aventura de su primera película tras la cámara con Legión, una obra de espíritu pequeño, casi de serie B, en la que dejaba constancia de sus orígenes en el mundo de las destrezas visuales gracias a un imaginativo y desquiciado cóctel de referencias. La película, que narrativamente es un auténtico disparate apocalíptico en el que caben los arcángeles, los demonios, el mesías y demás referencias bíblicas, adquiere en su condición de subproducto toda su razón de ser. Y desde esa perspectiva totalmente lúdica y desprejuiciada se convierte en un divertimento de lo más simpático y reivindicable, con esas referencias al John Carpenter más macarra, con ese Dennis Quaid condenado a papeles de segunda y con esa puesta en escena claustrofóbica en un bar de carretera en medio de ninguna parte que termina convirtiéndose en un escenario crucial para la supervivencia de la especie.
A favor: Su deliberado espíritu lúdico.
En contra: A veces resulta demasiado impetuosa.