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    Eternamente comprometidos
    Críticas
    2,5
    Regular
    Eternamente comprometidos

    A las duras y a las maduras

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Ella, la princesa de la fiesta. Él, el más payaso con su disfraz de conejo rosa. Dicen las encuestas que las parejas valoran eso, la magia en ellas, el humor en ellos, la inocente belleza y el nulo sentido del ridículo. Esos dos valores atribuidos al género femenino y masculino respectivamente son el motor que hace arrancar esta comedia romántica sobre las alegrías y los sinsabores de las relaciones sentimentales que sigue las vicisitudes de una pareja, Violet y Tom, desde que deciden comprometerse hasta que finalmente se casan. Ambos comienzan, así pues, como arquetipos de lo que uno espera encontrar en el otro, belleza y sentido del humor, dos armas puras con las que encarar valientes el futuro. Pronto, veremos en uno y otro, de manera individual y como pareja, se darán cuenta de que la vida a menudo no responde a las expectativas creadas.

    Se agradece que Nicholas Stoller, guionista de un buen número de películas de la factoría Apatow y, a su vez, director de otro par -'Paso de ti'(2008), 'Todo sobre mi desmadre' (2010)- , comience su tercer largometraje partiendo de unos arquetipos tan sólidos en el imaginario romántico con el objetivo de desmenuzarlos, mostrar las contradicciones de sus deseos, llevarlos al nivel de lo real y enseñar sus fisuras y dobleces, decisiones estúpidas y comentarios idiotas. Aplaudiendo como hay que aplaudir esta inaudita representación de la pareja en el siempre monolítico género de la comedia romántica, apenas se comprende porqué Stoller sitúa la boda de Violet y Tom como meta simbólica del triunfo del amor, no se entiende el conservadurismo que despierta que el único reto que tengan los protagonistas es lograr contraer matrimonio. Por suerte, 'Eternamente comprometidos' no es otra película de bodas más, pero, por desgracia, es otro trabajo que se rinde al lugar común que celebra la pareja heterosexual, monógama, blanca y sujeta a los deseos del miembro masculino.

    Y es que Stoller y Segel, quien también firma el guión del largometraje, quieren mostrarse como los tipos más progres de Mondo Apatow y a priori, nos dicen, no tienen problemas con que la mujer sea quien triunfe profesionalmente por encima del hombre. Por eso Tom no tarda en acceder a dejar su trabajo como chef en un restaurante de diseño en San Francisco y acompañar a su amada al gélido Michigan donde ha obtenido una beca de investigación, sin saber que esa decisión supondrá su degradación física, el bajo cero de su dignidad personal. Pero lo que en principio aparenta ser la trasgresión del rol del género masculino, esa profusión por los antihéroes tan marca de la casa, no es más que una cortina de humo para tratar de esconder una decisión todavía más conservadora: plantear que el triunfo profesional de una de las partes de la pareja sea el fracaso de la otra, pensar que el sacrificio siempre equivaldrá a perjuicio. No contentos con ello, Stoller y Segel son capaces incluso de minusvalorar el éxito laboral de su heroína y señalar que los logros de Violet no se deben a su buen hacer intelectual sino a que ha tenido un lío con el profesor. Y aún hay más... Para una película cuyo arranque anuncia la intención de dejar de lado los estereotipos, no parece que estas decisiones de guión sean las óptimas para tal propósito.

    Como Violet, quien lucha porque la peregrina metáfora de que "el amor es comerse un donut reseco mientras uno espera que llegue el panadero con el donut fresco del día" no sea cierta, el espectador intenta combatir los lugares comunes de la película. Hay ternura en cómo Stoller y Segel ven a sus personajes, en los diálogos, en los gags (¡atención al sketch de Emily Blunt imitando a Elmo!), pero en conjunto, la pareja de la película y la artífice de ésta no consiguen convencernos de que su generación vaya a ser la que dé el giro total a la comedia romántica, la que nos atrape definitivamente con el sabor de sus historias.

    A favor: Jason Segel y Emily Blunt tienen muy buena química entre ellos y se muestran especialmente honestos y sin miedo a que sus personajes parezcan, como parecen, tan idiotas con sus decisiones.

    En contra: ¿Por qué la gran mayoría de las películas de la factoría Apatow son tan conservadoras?

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