Crítica de SensaCine.com para Gran Torino: El crepúsculo de los dioses

Después de una serie de películas históricas de depuradísimo estilo, Clint Eastwood abordaba un relato más a pie de calle y protagonizado por personajes cotidianos, además de por ese arquetipo de héroe anónimo que al actor/director siempre le había gustado retratar en sus películas. 'Gran Torino' constituía además la sonada retirada de las pantallas de Eastwood como intérprete, y para la ocasión el actor quiso recuperar la esencia del personaje que le dio la fama en los años setenta, Harry Callahan, para construir un personaje adornado con todas las "virtudes" de aquél rudo policía que no conocía los cauces de la ley.

Si el mismo Harry Callahan viviera en la actualidad, seguramente sería como Walt Kowalski, el protagonista de 'Gran Torino': cascarrabias, refunfuñón, xenófobo e intransigente. Lo que no sabíamos, es que también podía tener un gran corazón, y luchar y morir por aquello que creyera justo. 'Gran Torino' es una película maniquea y contiene algunos subrayados que seguramente no les perdonaríamos a otros pero... existen pocos directores en la actualidad capaces de convocar en la pantalla tanta magia escénica, tanto sentimiento crepuscular en unas imágenes tan sobrias como llenas de emoción. Una película que resume en cierta manera las luces y las sombras de un director que precisamente ha construido su obra alrededor del claroscuro y de las tonalidades que lo rodean.

A favor: La capacidad que tiene Eastwood para convertir en épico cualquier momento minúsculo.

En contra: Sus innecesarios subrayados.