No sólo en Europa se rebelaron los estudiantes contra la clase dirigente a finales de los 60 y principios de los 70. También en Japón la juventud se levantó en esa época. Su ira se dirigió contra su propio Estado, que se puso voluntariamente del lado del antiguo enemigo en tiempos de guerra: Estados Unidos. El ejecutivo japonés tomó medidas rigurosas contra los movimientos estudiantiles de izquierdas, que a su vez se radicalizaron. Esto condujo al incidente llamado Asama-Sansō en febrero de 1972, que mantuvo al país en vilo y conmocionado durante diez días: miembros del Ejército Rojo japonés tomaron un rehén en una cabaña del monte Asama. Al final del asedio, hubo dos policías muertos. Pero los representantes del poder estatal no fueron las primeras víctimas del fanatismo del Ejército Rojo Unido.