Bottle Shock: un vino rico, simple y sin complejidad.
Película para los amantes del vino. Narra en forma de ficción un hecho que tuvo gran relevancia para los vinos americanos. Como buena película entorno al mundo vitivinícola nos enseña preciosos y encantadores paisajes de viñedos y bodegas. Por desgracia, no es capaz de aportar mucho más allá de la belleza de los parajes y lugares, salvo, la siempre honrosa y rescatable actuación de Alan Rickman.
La trama romántica del filme no acaba de cuajar, el juego a tres bandas no acaba de tener una definición, ni una motivación, ni un entendimiento claro. El personaje de Gustavo (Freddy Rodríguez) se queda a medio camino de ninguna parte, Sam (interpretado por Rachael Tylor) parece aportar poco más que su belleza, incluyendo alguna escena para la mera sexualización del personaje, y Bo quizá es el único que muestra cierta evolución, aunque da la sensación de que se podría haber explotado mejor el personaje.
La película acaba siendo entretenida, tampoco exige nada al espectador, se puedes disfrutar sin pensar mucho. Si además te gusta el vino, seguro que te apetece abrirte una buena botella de vino y disfrutarla sin más pretensiones.