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    Dos madres perfectas
    Críticas
    3,5
    Buena
    Dos madres perfectas

    Edipo y MILFS

    por Paula Arantzazu Ruiz

    La premisa de Dos madres perfectas podría parecer ridícula si no fuera porque tras esa historia de amores imposibles entre dos mujeres de mediana edad y sus hijos respectivos se esconde una profunda reflexión sobre ciertos deseos y anhelos femeninos. Anne Fontaine, su directora, ha comprendido muy bien la short story de Doris Lessing en la que se basa y ha erigido un artefacto cuya elegancia simbólica es, básicamente su gran baza.

    Lil (Naomi Watts) y Roz (Robin Wright) son dos amigas de la infancia que lo comparten casi todo y que incluso llegan a enamorarse una del hijo de la otra y viceversa, formando un universo emocional autosuficiente y feliz en su nada convencional endogamia. Fontaine deja a sus personajes libres en ese espacio donde conviven -un entorno edénico matricial, una gran placenta sensual, sosegada, paradisíaca y de aguas turquesas de la que no querer marcharse nunca- y nos enseña el profundo amor que sienten los unos por los otros, incluso cuando esas relaciones pseudo-incestuosas llegan a un cierto final y a la esperada crisis. Sin embargo,la cineasta (conocida por el biopic Coco avant Chanel) no responde con un giro final complaciente y moralista, sino que se muestra más astuta y, a la vez, compasiva con los deseos de sus criaturas. Al final, Dos madres perfectas pretende ser una reflexión sobre el paso del tiempo que, inexorable, lo destruye todo. ¿Quién no desearía que la felicidad quedara suspendida para siempre en ese recuerdo soleado, en ese instante de prístina belleza?

    A favor: Robin Wright, gélida y a la vez cercana, está estupenda.

    En contra: El primer tramo de la película puede resultar algo frívolo.

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