En la Castilla más profunda y pobre hay una aldea que sufre los rigores de las estaciones. Cuando no es la sequía son las heladas, siempre hay algo que empobrece más y más sus tierras y por consiguiente a sus habitantes, que progresivamente la han ido abandonando hasta dejarla casi desierta. Uno de los pocos que permanece en ella es Juan Castilla con su abuelo ciego Martín y su esposa Acacia. La disputa entre Juan y el amo del lugar hará que el primero acabe en la cárcel y que Acacia abandone la aldea con una amiga. Al salir Juan de la cárcel encuentra a su mujer y le obliga a regresar a ese infierno asolado por desesperación, la aldea maldita, por lo menos mientras viva el abuelo.