Crítica de SensaCine.com para Déjame entrar: El despertar erótico de un futuro vampiro

Fue la gran sorpresa en el Festival de Tribeca de 2008: una cinta sueca de vampiros menores de edad daba el campanazo en el certamen dirigido por Robert de Niro. ‘Déjame entrar', de Tomas Alfredson, redefinía el subgénero de vampiros con esta historia de corte intimista que no sólo habla de criaturas chupasangres, sino que explora el despertar sexual de un niño que sufre bullying, enamorado de una pequeña vampira que le ayudará a superar sus miedos. La cinta juega constantemente con el fuera de campo y las elipsis para narrar las vicisitudes de la vampira, mientras que se centra en la relación de los jóvenes protagonistas, abriendo la película a los interrogantes y la perturbación. Aún y así, tampoco evita las escenas cruentas e inquietantes, como una magnífica secuencia de muerte y sangre en una piscina, rodada con pulso y mucha intuición. Tan apabullante fue su éxito que además de triunfar en otros tantos festivales de todo el mundo y la taquilla global, Hollywood decidió realizar el consecuente remake. Muy digno, de hecho.

A favor: La íntima puesta en escena, cargada de silencios y misterio.

En contra: Por poner una pega, que el remake es casi igual de potente que el original.