Se han comido mi alma
¿Qué ha convertido a “Evil Dead”, más de treinta años después de su estreno, en un clásico de culto inmortal? Más allá de su espíritu juguetón y su condición de cine sin complejos realizado entre amiguetes con cuatro cuartos, la obra maestra de Sam Raimi gozaba de algo de lo que carecen muchas producciones de género actuales: tenía alma tras tanta casquería de serie Z, era un producto hecho con mimo y ganas, y el espectador acababa siendo partícipe del desenfreno general que proponía.
No se puede decir que el debutante Fede Álvarez no haya hecho bien los deberes. No se ha limitado a copiar la original, sino que aprovecha su premisa argumental para proponer algo totalmente nuevo, un cóctel de sangre y vísceras sin prejuicios, algo sorprendente en el cine de terror mainstream hollywoodiense actual que la acerca en nivel de repulsión a glorias como “Las colinas tienen ojos”. Vamos, que no es para todos los estómagos.
Sin embargo, a la película le falta aquello que supuraba por cada fotograma de la trilogía de Raimi. Este remake carece de alma, de sello personal e identidad. Álvarez dirige muy bien, sí, pero treinta años después de la original, el material está trillado –aún así, filmes como “The Cabin in the Woods” demuestran que se puede innovar partiendo del mismo material- y no acaba por sacarle todo el partido que pudiera. Pese a la audacia de sus secuencias más incómodas –la violación en el bosque, el cúter utilizado como nueva arma de lifting facial,…-, todo se queda en eso, en sangre, sangre y más sangre. El guión hace aguas casi desde los primeros minutos por sus diálogos simplones, sus situaciones forzadas y poco creíbles –la misma excusa para revisitar la cabaña es bastante débil, y está llena de demasiados tópicos- y la sensación de estar viendo lo mismo, pero con sobredosis de hemoglobina. Hoy en día no se deja pasar lo que hace tres décadas resultaba original y hecho con ingenio.
Lo que queda es un remake resultón, muy entretenido, pero carente del alma y la inteligencia de su referente, aunque bastante superior a la media del género. Mención aparte merece el otro aspecto juguetón de la cinta, la excelente banda sonora de Roque Baños, entregado en cuerpo y alma a impregnar de salvajismo, más aún si cabe, los mejores momentos de una adaptación que no aguantaría las comparaciones con el “Evil Dead” original. Una adaptación que, cómo no, no puede desprenderse de su modelo. Sólo un consejo: aguanten hasta el último crédito.
Les espera un viejo amigo.
A favor: su total falta de prejuicios dentro del cine de género actual, y la música de Roque Baños
En contra: carece de alma, no aguantaría un pulso con su predecesora