Hoffman actor vs. Hoffman director
por Israel ParedesAunque basada en una obra teatral de Bob Glaudini, también autor del guión, Una cita para el verano posee el sello autoral de Philip Seymour Hoffman. Pero no hablamos de cuestiones de dirección sino actorales, dado que se trata de su primera y única obra tras las cámaras. Y aunque Hoffman demostró una enorme capacidad polifacética para dar vida a todo tipo de papeles, el Jack de Una cita para el verano es el típico personaje que no resulta complicado rastrear en diversos títulos de su filmografía. Hombre maduro, inseguro, algo asocial, incapaz de relacionarse con los demás dentro de los parámetros sociales establecidos, guiado por sueños en apariencia pequeños pero detenido por miedos grandes. Su propia fisionomía nos hace pensar en ocasiones en un niño grande enfrentado a un mundo que le desborda. No en vano, Hoffman interpretó en teatro la obra de Glaudini, al igual que sus compañeros de reparto, exceptuando la excelente Amy Ryan, lo cual explica en gran medida que Una cita para el verano, a pesar de sus defectos, funcione gracias a la capacidad de sus cuatro actores para entregar unas interpretaciones que dotan a la película de consistencia, personalidad, fuerza
Tres cosas de las que en general carece la dirección de Hoffman, quien realiza el esfuerzo, notable y palpable, de alejarse del escenario teatral mediante el trabajo de encuadres y la introducción de algunas secuencias con transparencias que rompen el duro realismo de la historia y de su contexto físico en busca de un cierto toque irreal que rebaje las pequeñas miserias de los personajes. Por otro lado, también se hace patente la relación de Hoffman a lo largo de su carrera con el cine independiente, del que intenta tomar su tono, su acercamiento y su mirada hacia unos personajes diferentes, peculiares, en una historia sobre quienes sobreviven en el margen de la sociedad aunque sean parte de la misma. Personajes comunes, cercanos en algunos aspectos, pero cuyas ocupaciones y vidas, a priori, no suelen ser tema de interés. Hoffman trabaja visualmente la historia con cierta audacia, pero demasiado constreñido al modelo de cine en el que se está moviendo (la estupenda banda sonora incluye temas de Grizzly Bear, Fleet Foxes, Goldfrapp o Cat Power entre otros, la cual ayuda a ampliar el sentido independiente de la propuesta). Esto se hace demasiado patente en el estilo, lo cual evita que las imágenes de Una cita para el verano tengan el impacto que Hoffman pretende a pesar de que posee determinados momentos de gran fuerza gracias, de nuevo, a los actores y a que Hoffman, y en esto su dirección tiene gran valor, trabaja muy bien los pequeños detalles.
Una cita para el verano adolece de cierta condescendencia o suma empatía con los personajes. Busca el comprenderlos, el entender sus reacciones, sus miedos, sus anhelos, y lo consigue. Pero aunque Hoffman intenta transmitir que su interés reside más en mostrar y observar su comportamiento que en acercarse a ellos, acaba cayendo en su propia trampa, puesto que se posiciona claramente a su lado. Nada objetable salvo que ese acercamiento contrasta con el estilo y el tono que pretende que posea la película, creando una disonancia y un desequilibrio que si bien podría haber sido operativa, en este caso acaba produciendo una obra desigual aunque interesante. Una película, como decíamos, de Hoffman, en la que brilla como actor con claridad antes que como director, y que muestra que la política de actores a veces se impone a otras cuestiones.
Lo mejor: Los actores, sobre todo Hoffman y Ryan.
Lo peor: La falta de fuerza expresiva en sus imágenes.