Es increíble como a veces las historias más sencillas, o aparentemente sencillas, son las que resultan más interesantes y con una profundidad conmovedora. No son necesarios los grandes presupuestos para que guste una historia, tan solo hace falta un guión como éste, capaz de mezclar la tristeza y aspereza de la vida real con lo anecdótico y divertido que puede sacarse de ella, sin faltar en ningún momento a su objetividad. Una historia que comienza con un panorama para el protagonista aparentemente perfecto, sin ataduras en tierra y disfrutando de lo que él considera su hogar; los aeropuertos y hoteles. Pero los acontecimientos que se desencadenan le hacen plantearse muchas cosas y George Clooney borda un papel que parece hecho a su medida, expresando impecablemente toda la evolución sentimental que el personaje le requiere.
La interpretación femenina no se queda atrás, sobre todo, la de su compañera Anna Kendrick, que conocemos por ser la amiga de Bella en la Saga Crepúsculo pero cuyo papel en esta película nada tiene que ver, resultando una impecable interpretación y una gran expresividad, la chica promete y mucho. También Vera Farmiga, conocida por ser la chica de Infiltrados también resuelve su papel con gran profesionalidad.
En definitiva, Jason Reitman borda su último trabajo, la película no llega a las dos horas de duración pero nos mantiene pegados a la butaca, sin aburrirnos nada y disfrutando de una historia con la que nos identificamos en muchos de sus puntos. El desarrollo se hace tal y como la realidad lo requiere, sin tener que ser la que agrade al espectador, y nos enseña que a veces las cosas no son tan fáciles como nos las planteamos, sino que las sorpresas o metas que nos reserva el destino ni son agradables ni desagradables, simplemente son las que nos tocan