SensaCine adapta las notas de cada medio con una puntuación de 0.5 a 5 estrellas.
críticas de medios
IMÁGENES DE ACTUALIDAD
por Ruiz de Villalobos
Una mirada lúcida y tremenda sobre la familia, narrada con espectacular equilibrio y sensibilidad por Kore-eda, que sabe hacer entrar al espectador en las diferentes vivencias de los protagonistas.
La crítica completa está disponible en IMÁGENES DE ACTUALIDAD
ROCKDELUX
por Alejandro G.Calvo
Pequeña, silenciosa y amarga, la película de Kore-eda nos retrata en su sarcasmo, nos reduce a espectadores del crepúsculo de nuestra propia existencia.
La crítica completa está disponible en ROCKDELUX
Fotogramas
por Esteve Riambau
Sensible película tan japonesa en sus detalles como universal en su retrato de la familia.
La crítica completa está disponible en Fotogramas
Metrópoli
por Alberto Bermejo
Todo un ejercicio de observación (...) perfectamente equilibrado entre la gravedad, la melancolía y estupendos destellos de humor que descubren lo que esconden las apariencias.
La crítica completa está disponible en Metrópoli
El País
por Javier Ocaña
Kore-eda, que en Nadie sabe (2004) ya elucubró sobre el desencanto familiar, aunque de forma mucho más lúgubre, aparca la tentación de la redención, de la catarsis emocional, para centrarse en lo más habitual: en la ausencia de cambios, en la amargura interior. Un dolor que ni siquiera tiene por qué ser insoportable. Puede ser tan llevadero como ese nombre en la punta de la lengua, como esa frase nunca dicha, como ese sentimiento nunca exteriorizado.
IMÁGENES DE ACTUALIDAD
Una mirada lúcida y tremenda sobre la familia, narrada con espectacular equilibrio y sensibilidad por Kore-eda, que sabe hacer entrar al espectador en las diferentes vivencias de los protagonistas.
ROCKDELUX
Pequeña, silenciosa y amarga, la película de Kore-eda nos retrata en su sarcasmo, nos reduce a espectadores del crepúsculo de nuestra propia existencia.
Fotogramas
Sensible película tan japonesa en sus detalles como universal en su retrato de la familia.
Metrópoli
Todo un ejercicio de observación (...) perfectamente equilibrado entre la gravedad, la melancolía y estupendos destellos de humor que descubren lo que esconden las apariencias.
El País
Kore-eda, que en Nadie sabe (2004) ya elucubró sobre el desencanto familiar, aunque de forma mucho más lúgubre, aparca la tentación de la redención, de la catarsis emocional, para centrarse en lo más habitual: en la ausencia de cambios, en la amargura interior. Un dolor que ni siquiera tiene por qué ser insoportable. Puede ser tan llevadero como ese nombre en la punta de la lengua, como esa frase nunca dicha, como ese sentimiento nunca exteriorizado.