El irlandés.
Peliculón en todos los aspectos, cuatro genios del cine juntos, una historia real del pasado mafioso de EEUU y otras cosas de descripción imposible en poco espacio, como técnicas nuevas de rodaje o de rejuvenecimiento. El director y coproductor crea una genialidad desde varios frentes.
Martin Scorsese es uno de los grandes directores de todos los tiempos, que aquí cuenta con protagonistas a los que conoce bastante, no del todo, porque estos tienen la facultad de activar registros de interpretación desconocidos incluso para ellos mismos. La historia se mantiene y se puede seguir sin que su larga duración induzca al despiste. La ambientación de lugares, costumbres, modas, es perfecta, está en su sitio. El carácter mítico de los personajes mafiosos queda otra vez apuntalado, todos los caracteres del escalafón se rigen por los comportamientos propios vistos y esperados en casi todas las obras de esta temática. Los de abajo hablan poco y matan mucho, generalmente sin que se lo pidan dos veces, los de arriba hablan menos y matan más sin que sea siempre necesario dar la orden directa. Es más de lo mismo y aun así nos atrae, mucho es por la calidad y cantidad de talentos que tiene “El irlandés”.
Tiene además, de paso que coinciden hechos publicados, un condimento desmitificador en el tratamiento de los Kennedy, el mero hecho de mezclar a esta familia emigrante irlandesa con los avatares mafiosos es una crítica más o menos indirecta, que como mínimo da que pensar. Quizá el director solo nos muestra los personajes sin retoques parciales ni motivos moralizantes, lo más probable es que MS aquí piensa únicamente en términos de cine y ni esquiva ni busca nada que se salga de ese cauce, pero ahí ha dejado visible la teoría de que a los dos Kennedy los matara la mafia, o que la mafia fuera el brazo ejecutor de un poder todavía más arriba. Todo para la posteridad.
En cuanto a los protagonistas, De Niro, Pacino, Pesci, todos masculinos, por coherencia con hechos reales, son en sí mismos objeto de debate, y eso sin haber llegado siquiera a sus personajes. Muchos aficionados tienen dudas de quien es mejor sobre todo entre DN y P.
El personaje de Bob, es más más extenso, Frank Sheeran tiene más minutos y un amplio abanico de registros que incluyen a un ser contenido, inescrutable, sin prejuicios. De Niro actúa de forma soberbia, prácticamente en cada escena, en esas condiciones un actor grande puede tener ventaja para destacar.
El personaje de Al tiene menos minutos y menos registros, porque Jimmy Hoffa es un tipo visceral, corrosivo, ambicioso y rebelde, y se le ve venir. La gran interpretación, con certeza, de Al Pacino vive mucho de los matices, se mueve en menos espacio al ser una personalidad más delimitada la que ha de dar vida.
El personaje de Pesci sorprende si esperas ver al elefante en la cacharrería o el loco que asesinaba por un cabreo, ¡no! Rusell Bufalino es un capo de capos, discreto, apacible, paternalista, de ademanes cardenalicios incluso. Joe Pesci coge un poco de barro, lo moldea y alumbra un personaje excepcional por no decir único.
Y los personajes tienen que ser y lo son, interesantes, atrayentes, chirriantes.
Nos dicen que Frank Sheeran era un sindicalista, eso es en lo que recaló, pero en la película vemos que era un asesino sin conciencia cuya vida está al servicio de quitar la vida a los molestos, se lo ordene un mando militar o un mando mafioso, él es de lo que vive y de lo que entiende, es su rasgo principal. Los asuntos de familia los lleva estrictamente como cree que debe ser, pero no los lleva muy bien. Y también juega la parte de vida senil, tan lúcida que revive su vida con muchos detalles.
Jimmy Hoffa sí que era un sindicalista, llegó a presidente de uno de los más grandes sindicatos de EEUU. Y se pensó que el sindicato era suyo, se vino arriba como se suele decir y acabó en la cárcel, tan dignamente que al salir le respetaban solo un poco menos. Era listo, pero quizá no inteligente, manejaba la táctica, pero erraba en la estrategia, y al final no veía venir las cosas más evidentes. Ese personaje hay que hacer.
Rusell Bufalino dice mucho con un mínimo de gasto oratorio, es la forma, el tono, los silencios, la mirada cuando da las órdenes importantes, y el regaño amable en cosas más cotidianas. De una manera y de otra es el rey que sabe lo que ha sucedido, lo que está pasando y lo que va a venir.
Nos dan en la película algunos caramelos en forma de instantes de humor, que siempre, siempre cuando es de esta calidad se agradece. Y Parece ser que también una tarta, porque resulta humorístico si se piensa que dos italianos hagan de irlandeses, parece otra genialidad de Martin Scorsese.
Esperemos más de los cuatro grandes, ojalá.