Hace muchos años, casi como treinta y tres, un todavía poco conocido Ridley Scott firmó una de las películas de ciencia ficción más apreciadas y recordadas de la historia: Alien. Su siguiente obra, Blade Runner, supuso otro paso adelante para encumbrar una figura que ha tenido muchos altos, pero también muchos bajos. La más reciente, Prometheus, concebida como precuela de aquella primera, es sin duda uno de sus grandes fiascos.
Haciendo un juego de palabras, Prometheus prometía. Los trailers que iban llegando a las pantallas desde hace un tiempo, la premisa que nos planteaban y el gancho que suponía la vuelta de Scott al tema Alien, daban la sensación de que podíamos estar ante uno de los títulos del año. Ni mucho menos.
Cuando una película plantea unas preguntas tan trascendentales como el de dónde venimos y propone una tesis ya muy manida en otras películas del género, hay que ser claro, y no dejar al espectador como a un tonto. El guión carece de sentido completamente, de principio a fin. La trama principal no da una mísera contestación, sino que el sobrevalorado Lindelof nos regala un paquete extra de engimas sin resolver que solo consigue dejarnos perdidos. Debe de ser lo único que sabe hacer este hombre. De los personajes no merece la pena ni hablar. Supongo que los que hayan actuado en esta película lo harían solo por fama y dinero, porque ni el mejor talento podría salvar algo tan mal desarrollado. La excepción la marca Fassbender, que encarna a un robot, por lo que podemos decir que partía con un poco de ventaja sobre el resto. Ni Charlize Theron ni Noomi Rapace, ni el resto del elenco saben por dónde coger a su personaje ni afrontar unos diálogos verdaderamente ridículos en su gran mayoría.
Bueno, todo esto sería pasable si enfocamos la historia como una película de acción, buscando el conflicto de unos contra otros a través de luchas, escapadas, o demás. Pero, claro, estamos con Ridley Scott recordando al primer Alien, y todo tiene que ser un poco de terror lento, oscuro, con suspense. Sin un respaldo consistente en el guión, esto no funciona, y Sir Scott sólo consigue salvar su parte con bonitos planos dignos del canal Odisea.
Está prevista una segunda parte para 2015, pero no tengo ninguna esperanza de que vaya a resultar mejor a menos que cambien urgentemente de guionista. Lo malo es que, aún así, el mal sabor de boca ya está implantado, y lo peor es que éste es el tipo de mal sabor de boca que crea legión de seguidores. Que les cunda.
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