Refutación oficial de la versión oficial
por Nestor HidalgoA Oliver Stone se le suelen echar muchas cosas en cara, pero, desde luego, la vagancia no puede ser una de ellas. Es posible que 'JFK (Caso abierto)' sea una de las películas más ambiciosas de su ya de por si grandilocuente carrera y, aun así, la estrenó el mismo año que su documental de 'The Doors' (1991), sin casi respiro después de las nada pequeñas 'Nacido el cuatro de julio' (1989) y antes de 'El cielo y la tierra' (1993). Lejos de tomar el camino fácil, la controvertida película de Stone, que en vez de acercarse a una imposible verdad unívoca sobre el asesinato del Presidente John F. Kennedy en 1963 lo que pretende es construir un relato contrario fácilmente enfrentable a la verdad oficial de la Comisión Warren, funciona a tres niveles narrativos, cada uno más complejo que el anterior.
Con 'Z' (Costa-Gavras, 1969) y 'Rashomon' (Akira Kurosawa, 1950) como máximos referentes, el circo de tres pistas del guión de Stone y Zachary Sklar se compone de la historia de la investigación de Jim Garrison, cuyo libro inspiró todo el proyecto, a partir de la conexión con Nueva Orleans, la recreación del asesinato en sí en Dealey Plaza y todo lo ocurrido antes y después con Lee Harvey Oswald (fantástico Gary Oldman), incluidas las escalofriantes revelaciones que el confidente X (Donald Sutherland en un acierto de cásting mayúsculo) revela en determinado momento a Garrison (Kevin Costner, casi obligado a ser el intérprete menos lucido hasta la llegada de su famoso speech final en el juicio). Ante retos de tal magnitud, la desmesura siempre es un riesgo asumido; afortunadamente, en esta ocasión la megalomanía de Oliver Stone jugó tan a su favor como el preciso equipo de profesionales (el reparto, Richardson, Williams...) que reunió a su alrededor.
A favor: Los brutales juegos fotográficos de Robert Richardson.
En contra: La desmesurada duración de un proyecto desbordado por su ambición.