Un minuto de silencio

Ernesto acaba de ser despedido de la fábrica metalúrgica donde trabajaba. Sin dinero y sin casa, gracias a su amigo El Gordo, consigue una pequeña choza en lo alto de una colina desde donde se puede contemplar todo el pueblo. Con un poco de esfuerzo, El Gordo hará que el nuevo hogar de su gran amigo tenga todo lo necesario para sobrevivir. Padre e hijos intentan de todas las formas llevar dinero a casa, pero pasa el tiempo y Ernesto no consigue un trabajo con el que pueda costear su mayor sueño: llevar a los chicos a ver el mar.

Finalmente, tras muchas dificultades, se embarcarán juntos en la intrépida aventura hacia las olas, la arena y el sol, donde podrán descansar después de haber conseguido la meta común.