Baz Luhrmann me recuerda mucho a un director que en los años ochenta causó furor por su estilo al mover la cámara en todas las direcciones imaginables. Este señor se llamaba Russel Mulcahy. Con Los Inmortales, Mulcahy nos apabulló visualmente, con esos planos de cámara que iban del presente al pasado. Lo cierto es que esta película no resiste bien un par de visionados, ya que los papeles del inspector y la profesora suenan a cliché hueco. En suma, un curioso guión, unos intérpretes dudosos, unas proezas visuales que son un poco la goma espuma de la época, no bastan para quedarse en la retina lo suficiente. Los inmortales y Christopher Lambert son simpáticos, pero poco más.
¿Puede ocurrir algo parecido con esta versión de El gran Gatsby?
Los movimientos de cámara de Luhrmann añaden más superficialidad a una historia clásica, y tratan de ser transgresores acompañando a unos números musicales con música moderna, no de 1921. También existe en la película una especie de fijación geográfica con cierto cartelito en una zona pobre de NY claramente pintada con efectos digitales, y las carreras de coches antiguos son de lo más inverosímiles.
A Luhrmann debe darle urticaria tratar de una manera clásica una novela que forma parte de la historia de la literatura norteamericana. Yo creo que adolece del "efecto Mulcahy". Este director australiano ha dirigido prácticamente de todo, y hay mucho de malo en su última cinematografía. Me acuerdo de haber visto una película para TV llamada "La Isla Misteriosa" que era tan mala, con unos efectos digitales tan espantosos, y sobre todo, con Mulcahy como director...¡ay, ay ay!
Claro que en defensa de Mulcahy, habría que decir que en raras ocasiones contaba con excelentes actores y estrellas como Leonardo DiCaprio o Tobey McGuire, –los cuales, por cierto, están excelentes en el film, y muy especialmente el intérprete de Spiderman. Ciertamente Luhrmann es un tipo con bastante suerte. Pero en este mundo tan competitivo, la suerte se agota. El Gran Gatsby no es una mala película, desde luego, pero está muy lejos de lo que podría ser contando con talentos como Dicaprio y su amigo, los millones de dólares puestos a su disposiciónl, y una historia que rezuma un aroma clásico al que este supuesto genio de lo visual parece alérgico. Tiempo al tiempo.