Lento, natural, conmovedor, indolente, doloroso, sencillo... Una sucesión de palabras que definen bien esta película. Entendemos pues la elección de Charlotte Gainsbourg para desempeñar el papel principal. Es tan pasiva, y sufre tanto que es inaguantable, al igual que Simone, una de las hijas, caprichosa, imposible de controlar. El asunto es que los personajes son tan imperfectos, fuera de control, que la película es más creíble, ya que ligada al trágico fallecimiento del padre. Por último, el elemento que me encantó fue el ambiente, australiano, muy ligado a la naturaleza, a la sencillez, al viento, al campo, a la libertad... Es un verdadero estado de espíritu que trancribió, una atmósfera totalmente poética. Eso es, esta película es poética.