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    Jugada perfecta
    Críticas
    0,5
    Pésima
    Jugada perfecta

    Comedia negra con aroma blanco

    por Rodolfo Sánchez

    Sanaa Hamri, tras un par de películas completamente olvidables, dirigió la no menos olvidable Jugada perfecta, típico producto dirigido por una afroamericana e interpretada por afroamericanos, que sigue los modelos de la comedia romántica más estereotipada (de directores y de actores predominantemente blancos); es decir, el cambio es completamente nimio por no decir que ninguno.

    Por lo demás, Hamri se ciñe a una fórmula a la que saca partido de comienzo a fin, conformando una narración en la que se pretende destacar la belleza interior sobre la exterior (mediante, eso sí, un mensaje tan manoseado ya que apenas tiene relevancia) pero lanzando además una mirada de un conservadurismo atroz al realizar una película, una más, que gira alrededor de la necesidad casi vital de la protagonista de encontrar una pareja que la cuida y con la que procrear (todas o casi todas las conversaciones giran alrededor de esa idea). La dirección es totalmente aséptica e insípida y podrías estar realizada por cualquier estudiante salido de una escuela de cine; el guion, simplista hasta la extenuación, con unos personajes adultos que parecen adolescentes en celo. En fin, muy poca cosa...

    A favor: Nada.

    En contra: Todo.

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