Si la palabra "Hype" se puede colgar a una película, ésta sin duda es la que hoy vamos a tratar. Sobrevalorada antes de su rodaje, tildada de superproducción, ambiciosa y de cobertura mundial para que nadie desconociera su estreno. Es sin duda el "Bluf" de este año. Si 'El hombre de acero' acaparó esta palabra, hype, el año anterior, 'I, Frankenstein' se lleva la palma en este aspecto. ¿Qué necesidad hay en transformar los mitos?¿Qué valor tiene coger una idea creada y manosearla hasta dejarla irreconocible? Bueno, si hemos sufrido en nuestras carnes (y mentes) espeluznantes ejemplos de mal gusto en este apartado como 'Val Hensing', donde los espléndidos monstruos clásicos de la Universal de los años 30 y 40 eran tomados como chirigotas. O si hemos vivido experiencias traumáticas como 'Abraham Lincoln: cazador de vampiros' ¿Por qué no destrozar directamente la inmortal obra de Mary Shelley de una vez por todas? Pues ya tenemos nuestra ración de mal gusto este año. Gracias Kevin Grevioux. Gracias Stuart Battie.
Con la desquiciante trama arriba descrita, comienza esta pseudo-película. En tan sólo 7 minutos asistimos atónitos a una sucesión de elementos que establecen las reglas de esta adaptación del cómic original de Kevin Grevioux. De un plumazo dan por hecho que la obra de Shelley estaba inconclusa y echan por tierra todo el misticismo que tenía el final de aquella. Ahora, 200 años después, encontramos a la criatura deambulando por la ciudad (no sabemos nunca cuál... pero seguro que alguna de Checoslovaquia, aunque ya no exista). Corte de pelo tradicional, ropa casual pero formal y combatiendo a los demonios que acechan a la humanidad. Eso sí, descubrimos que las Gárgolas de las catedrales son en realidad enviados de los arcángeles por orden de Dios, que están aquí para protegernos de los demonios. En todo eso, el monstruo está en medio.
Grevioux, aparte de "actor" es también el creador de la saga 'Underworld'. No puede evitarlo y toda la película tiene un tufillo sospechoso a esa saga. Partiendo de su "original" novela gráfica ('I, Frankenstein' DarkstormComics, 2009) ha desarrollado una trama que toma elementos (con total descaro) de obras como 'Hellblazer' (llevada al cine como 'Constatine'). Tiene rasgos de la ya mencionada 'Underworld', un poco de 'Buffy, cazavampiros', algo de 'Los inmortales' (1986) y un mucho de referencias divinas que han tomado de oídas. Es decir, al igual que el monstruo fue creado con trozos de cadáveres, el film nace de la misma manera. Con retazos de otras obras. Un cadáver compuesto de trozos de otros cadáveres. Mal comienzo.
Pero como uno es sociable (al menos lo intento) continuo el visionado evitando el sopor y la sensación de tomadura de pelo a medida que pasan los minutos (lo mejor es eso, que dura apenas 80 minutos... más hubiera sido denunciable). Una consecución de escenas a la cuál más disparatada. Con el único pretexto de formar imágenes grandilocuentes pero vacías de contenido y sentido. Un intento de rizar el rizo en las escenas de acción, que dicho sea de paso, inundan el corto metraje. Dejando de lado el desarrollar los personajes, la historia o por lo menos dar un lógico propósito a este descarado inicio de alguna saga que seguramente tienen en mente ambos creadores.
Un desacertado Aaron Eckhart ('El caballero oscuro') trata por todos los medios de rendir homenaje a la criatura que interpreta. Pero el mero hecho de poner voz grave y mirada desafiante cada 12 segundos, no le otorga ni un ápice de veracidad. Un personaje mal configurado desde el principio. Eso sí, hay que mostrar en pantalla que es el monstruo de Frankenstein más sexy de todos los tiempos. Unas bien situadas cicatrices en la cara nos hacen recordar (por si se nos olvida) que él es el monstruo aunque parezca increíble. Vive en un cuchitril pero está de mojar pan y no parar. Su desarrollo en la película es una sucesión sin orden ni concierto de idas y venidas. De luchas y golpes. De ahora estoy aquí y luego me voy allí. Rodeado de efectos especiales puede hacer muy poco por salvar los muebles de la locura en la que está embarcado.
Ni tan siquiera el grandioso Bill Nighy puede hacer algo. En un personaje que ya ha interpretado en demasiadas ocasiones no convence en ningún momento. Es predecible, al igual que todo el film. Sabemos cómo y cuándo va a acabar. Frases manidas, poses de cara a cámara y mucha tetosterona mal repartida hacen de la visión de este sub-producto un desafío realmente duro. Stuart Battie ('Mañana, cuando la guerra empiece') ha demostrado que su segundo film como director es lo opuesto a su carrera como guionista (suya es la saga de 'Piratas del Caribe' o 'Collateral') y está a años luz de saber trasladar unas secuencias escritas a la pantalla.
Desmesurada en su forma y su estilo. Errores de argumento continuos, escenas absurdas (¿dónde demonios está la gente en esa ciudad?¿la policía?¿un vendedor de perritos calientes?¿alguien?). Para llegar a un desenlace anunciado desde el minuto 7 que hace sonrojar hasta a los niños de 10 años, público por otra parte a la que va destinada la película. Sólo un apunte como ejemplo: si la criatura tiene 200 años. No muere, no pasa frío, etc...¿que diantres hace un botiquín en su casa? Y es más...¿a cuento de qué le duele que le curen una herida en la espalda? El acabose. Al menos han tenido la decencia de llamar al monstruo como lo hizo su autora en la novela (Adam), y han tenido el detalle de homenajear a la película de James Whale (1931) al incluir la famosa frase "¡¡Está vivo!! ¡¡Está vivo!!".
Es tal el sentimiento de desidia que envuelve todo el film que uno no puede sino recordar lo grande que parece ahora la película de Kenneth Branagh, 'Frankenstein, de Mary Shelley' (1994). Lo peor no termina aquí, no. Lo tétrico, lo indescriptiblemente inhumano es el speach final...donde se nos avisa (de forma aterradora por lo que implica) que tendremos segunda parte. James Whale ('Frankenstein' 1931) se tiene que estar revolviendo en su tumba. Mary Shelley ni te cuento.