El acción de gracias 'gore' de Eli Roth
por Tomás AndrésEli Roth, que irrumpió en el género de terror en 2002 con la muy reivindicable Cabin Fever y revolucionó el género del 'torture porn' con Hostel (más o menos a la par que lo hizo Saw), vuelve a ponerse tras la cámar tras la juvenil La casa del reloj en la pared. Y no lo ha podido hacer de mejor forma, ya que el cineasta adapta su tono sangriento de comedia negra al género 'slasher', valiéndose del falso tráiler que acompañaba al experimento cinematográfico de su amigo Quentin Tarantino: Death Proof. En Black Friday, Roth da un giro perverso, tremendamente violento y divertido a este tipo de producciones, pero conserva todo el suspense que se puede esperar de una película como Scream o La noche de Halloween.
La obra de Roth -que generalmente vira entre el ridículo y el mal gusto, pero inexplicablemente divertida- tiene tantos detractores como admiradores. Por eso, es bueno advertir que si al lector de esta crítica le gustó El infierno verde, sin duda, va a disfrutar enormemente de esta salvajada brutal que parece increíble que se haya distribuído de manera comercial por una 'major' de Hollywood. Sin embargo, si es de los que no soportan las decapitaciones, machetazos y el humor más negro que la noche, es conveniente mantenerse alejado de ella. Además, el guión es bastante sencillo, ya que -como comento- los asesinatos son la estrella del espectáculo. El director consigue que cada Roth consigue que puñalada, corte o disparo sea dolorosamente visceral.
Lejos del terror elevado u otras cintas de género que obligan al espectador a pensar, Black Friday es la fiesta más gore de la temporada. Si se va con amigos a una sala de cine abarrotada, con ganas de disfrutar de su llamativo diseño de producción y de su desenfrenada premisa, uno se se sentirá de lo más agradecido por paladear este suculento plato de acción de gracias... y no dejará ni los restos.