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    Pequeñas mentiras sin importancia
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Pequeñas mentiras sin importancia

    Muy pequeña y con poca importancia

    por Virginia Montes

    Guillaume Canet debutó en la dirección en 2002 con 'Mon idole (Mi ídolo)', a la que siguió 'No se lo digas a nadie', un thriller muy personal aun siendo abiertamente comercial. Y dado el éxito de ambas en Francia, Canet se lanzó a la realización de 'Pequeñas mentiras sin importancia' a partir de guion propio. Canet construye lo que debería haber sido una poliédrica mirada hacia su generación ('Reencuentro' a la francesa, para entendernos) mediante una historia que aúna comedia, drama y romance, todo ello aderezado con un sinfín de canciones que, vengan o no a cuento, convierten a 'Pequeñas mentiras sin importancia' en una sucesión de imágenes y de canciones sin demasiada, o niguna, correlación: en 'Reencuentro', por ejemplo, el apoyo musical contextualizaba a los personajes; en la película de Canet la música no se presenta, salvo en contadas ocasiones, como un elemento narrativo más. Tan solo ornamento. Como casi todo en una película plagada de grandes actores que convierten a sus personajes en algo más que simples estereotipos (como proyecta el guion de Canet). Y, lo peor de todo, es que su duración (dos horas y media) convierte a 'Pequeñas mentiras sin importancia' en una película aun con menos gracia de la que debería tener.

    A favor: Los actores.

    En contra: Su duración y que su ambición de mirada generacional no se corresponde con un resultado lleno de lugares comunes y sin análisis alguno sobre lo que se habla.

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