Dentro de una gran elegancia y belleza, de una respetuosa sobriedad, de una destacada finura y de una enorme delicadeza en las formas se esconde una profunda potencia y firmeza en el contenido, la fuerza de unos certeros y hábiles golpes, la irresistible seducción del majestuoso baile marcial que oculta toda una poética danza de la vida, del respeto y del amor más imperecedero; esta historia real y distinguida sobre el kung fu y las 64 manos, su época de lucimiento y mayor altivez y su posterior evolución tras los acontecimientos vividos en China es de gran impacto visual, un gran placer para el sentido de la vista y de una magnífica exhibición del dominio de las artes marciales. La dignidad y la entereza de un orgullo milenario, la majestuosidad de los años dorados, el encanto y la magnificencia del metódico y del -precioso- estilo en el proceder contenido, el caos y descontrol de la pérdida de su gran poderío, la conservación del honor y respeto por una forma de vida cuando ésta se tambalea, una gran historia de amor reprimida en lo más hondo de la piel..., se trata de un relato de gran maestría, de disfrute para los amantes de las artes marciales, de placer para las emociones y de gran exhibición contextual; su juego en tonos neutros, con sorprendentes y detalladas colisiones en su tonalidad, su eterna armonía en el proceder, la enorme cantidad de sentimientos no relevados de gran suntuosidad..., es un magnífico trabajo de gran añoranza en su demostración, de profunda tristeza en su contenido y de una eficaz y vigorosa acción efectiva. Se disfruta enormemente, tanto si eres seguidor de las artes marciales como si no lo eres -un poco menos en este caso- porque, sencillamente, es una historia viva emocional, de gran turbación y enternecimiento, relato estiloso y refinado de amplio y penetrante volumen afectivo. Te guste o no es bella, deliciosa y escultural; de inmensa nobleza.