Primera película en doce años del director Phil Alden Robinson desde Pánico nuclear en 2002, una historia dramática contada en tono de comedia con un mensaje muy claro, prestar atención a lo que realmente importa en la vida, antes de que sea demasiado tarde. Un puñado de buenos actores, una trama en principio interesante y muchas buenas intenciones que no terminan de fluir ya que la historia no es nueva y tampoco aporta nada nuevo, la mayor parte del tiempo se siente forzada y las situaciones muy poco probables.
Quizás el tono de comedia no es el adecuado, el humor es demasiado tonto y ver a un moribundo deambular por la ciudad cruzándose con todo tipo de personajes no resulta divertido, ni tampoco conmovedor. Nada que ver con Michael Douglas en Un día de furia (Falling down, 1993), eso sí que es tener un mal día, probablemente no todo vale para hacer comedia, o puede que sí y el problema está en encontrar el tono adecuado y Robinson no lo ha logrado.
El legendario comediante Robin Williams interpreta a este hombre tan enfadado y es verdad que le vemos frustrado, poseído por la rabia, soltar todo tipo de improperios, ser impertinente, desconsiderado, políticamente incorrecto y permanentemente enojado. Sin embargo, no son actitudes que se ajusten a su talento, no es que resulte poco creíble, es que el personaje no era para él. No sé cómo sonará en versión original, pero el doblaje en español no ayuda, el tono no es el de alguien enfadado.
Me temo que lo mismo se puede decir de Mila Kunis, puede ser el médico menos convincente de la historia. Eso sí, su maquillaje siempre perfecto y las pestañas postizas en su sitio, da igual que acabe de salir del East River. Completan el reparto un elegante y trajeado Peter Dinklage, siempre con su kipá, como el hermano sensato de Williams, James Earl Jones es el tartamudo empleado de una tienda de vídeo y me ha parecido ver que Louis C.K. era el doctor Fielding, pero su nombre no aparece en los título de crédito, sin duda una aparición estelar la suya.
A pesar de todo, El hombre más enfadado de Brooklyn resulta entretenida y está llena de buenas intenciones. Si las circunstancias hubieran sido otras, tan sólo sería considerada una obra menor.