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    Misión: Imposible. Protocolo fantasma
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Misión: Imposible. Protocolo fantasma

    La acción como excusa

    por Beatriz Martínez

    Tiene Tom Cruise una gran intuición y sagacidad al elegir los directores que se ponen alfrente de los proyectos de cada una de las películas que conforman la saga de 'Mission:Impossible'. En la primera entrega, la elegancia y la precisión estilística de Brian dePalma fueron fundamentales a la hora de fijar las bases estéticas de la franquicia. En lasegunda, se aplicó también certeramente los postulados del Heroic Blooshed importadode Hong Kong vía John Woo, que en esos momentos causaba sensación en Hollywoodgracias al tratamiento coreográfico de una acción que escapaba a los límites de larealidad y alcanzaba una magnitud épica al borde del delirio. Ya instalados en el nuevomilenio las reglas del juego habían cambiado y la ficción televisiva comenzó a influiren las pautas de conducta de ciertos productos cinematográficos, siendo J.J. Abrams elnuevo gurú del cine concebido como fenómeno-espectáculo. Quizás la apuesta menosobvia pero más valiente haya sido precisamente la elegida para esta cuarta entrega queahora se estrena: el director de animación Brad Bird, que hasta el momento se habíacircunscrito dentro de ese género y que realiza ahora su primera película de acción real.

    Sin embargo, el resultado de 'Misión Imposible: Protocolo fantasma' no esprecisamente lo que se esperaba de Brad Bird. En cierto modo, se trata de la películamenos autoral de la saga, ya que si en algo se ha diferenciado 'Missión Impossible'es en no dotar de una homogeneidad estilística a cada una de sus películas, sino quecada una ha funcionado de manera independiente como un producto genuino del autorque las abordaba. Sin embargo, poco queda del universo que Bird configurara ensus cintas de animación más célebres, como 'Los increíbles' (2004) o 'Ratatouille'(2007), si acaso, un mayor detenimiento explicativo en las acciones y las motivacionesde los personajes y una estructuración de la trama más ordenada. En casi todo lodemás, 'Misión Imposible: Protocolo fantasma' se erige como una buena cinta deacción y aventuras, aunque en ella se eche en falta la humanidad, el sentido del humor,la fragilidad de los personajes y la sensibilidad poética cotidiana del cine de Bird.

    Por lo demás, nos encontramos ante un producto calculado al milímetro, en el que nopasa desapercibido el itinerario viajero que siguen los personajes: desde la vieja Europaque parece desmoronarse y que es de nuevo la fuente del conflicto (Rusia), hasta losnuevos centros de poder económico (Emiratos Árabes), haciendo una parada estratégicaen la segunda mayor industria de cine mundial (India) para captar espectadoresutilizando incluso a una estrella local, Anil Kapoor, para dejar claras sus intencionescomerciales.

    Lo que no se puede negar es la arrolladora maquinaria de acción non-stop que generala película, más de dos horas ininterrumpidas de energética y vertiginosa actividad enla que no hace falta generar suspense para encadenar de manera obsesiva set-pièces deverdadero poder adrenalítico. Quizás uno de los fragmentos más interesantes es el quese desarrolla en Dubái, en la torre más alta del mundo, el Burj Khalifa y la espectacularpersecución consecutiva por las calles de la ciudad en medio de una tormenta de arenade tintes apocalípticos. Las estructuras arquitectónicas cobran una especial presenciaen esta ocasión, quedando cada parte perfectamente definida por el espacio físico en elque se encuentran los personajes: los movimientos circulares de la cámara abarcandolos dominios de la Plaza Roja, los recorridos por los pasadizos del Kremlin, la ya citadaescena en el edificio Burj Khalifa y en contraposición la serpenteante persecución porlos bazares situados en las callejuelas de la ciudad, la exuberancia de las mansionesindias y también como contrapunto el abarrotamiento de sus calles... desde luego unaprecisión espacial bastante más exhaustiva a la realizada por John Woo al mezclar lasfallas y la feria de Sevilla.

    En cualquier caso, da la sensación de que esa hipercinética presente en 'MisiónImposible: Protocolo fantasma' sea una manera de camuflar el escaso sentido real deesta cuarta entrega, en la que más allá de la acción y de algunas escenas que cobranfuerza de manera independiente, en realidad sirve para poco más que para presentar auna nueva incorporación en el equipo (la del personaje que interpreta Jeremy Rener)que parece ser el relevo de Tom Cruise en presumibles entregas. Pero, ¿de verdad puedetener sentido MI sin Cruise? Desde luego, en esta cuarta entrega, está claro que el actorsigue siendo el espíritu y el verdadero sentido de la saga. El alma de una película que secaracteriza precisamente por carecer de ella.

    A favor: Ver de nuevo a Tom Cruise empeñado en realizar escenas extremas enabismos verticales.

    En contra: Que no sea lo que esperábamos de Brad Bird.

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