¿Dónde están las llaves?, matarile, rile, rile, ¿dónde están las llaves?, matarile, rile, ro, chimpón; aquí sería ¿dónde está mi padre?, matarile, rile, rile, ¿dónde está mi padre?, matarile, rile ¡por favor!, y una vez encontrado, ¿para esto tanto jaleo?
“El mundo es un lugar peligroso”, incluso para gente tan lista, inmune, de capacidades innatas y diestra sabiduría para salir del paso pues son agentes programados que, a simple vistazo de pájaro, hacen coordinada lectura de la situación; calculan riesgo, habilidad de acción, rapidez de ejecución y porcentaje de éxito, si le tocas su mano ¡ya ni te cuento!, añadimos sus super recuerdos de toda una vida y ya es, en concreto ella -deseoso objetivo de todo el que participa en la cinta-, ¡la mejor entre las mejores!
“Tus centros empáticos han sido suprimidos”, ¡no me digas! “¿Crees que puedes elegir?”, no estoy segura pues ¡estoy viendo esto! “No puedes escapar de lo que eres”, es por eso que eres ¡tan insustancial y malo!” Te equivocas”, ¡ah!, entonces simplemente es que tu argumento es de pena ¿no? “Determinamos quienes somos a través de lo que hacemos”, lo cual, visto lo visto, confirma lo penoso del trabajo realizado; ejemplos, en tono irónico, de la bazofia de enseñanza que se suelta y se quiere colar mientras se corre, dispara, corre de nuevo y usan los puños en lugar de las armas, para variar, aunque, lo que no cambia es una sintonía muy repetitiva y conocida, que no mejora ni sobresale, en nada, lo visto anteriormente.
Porque no te dice nada, es un desfile de figurines que ni te altera, entusiasta o amedrenta, pelea fofa, sin contenido interesante, entre rivales que no poseen chicha ni salsa y, no me vengan con que ¡es cine de acción!, que sólo hay que correr, dar, saltar y ¡esquivar las balas!, porque todo ello lo hacía Bourne -y muchos otros, pero pongo el ejemplo de uno de los más diestros- con más arte, pundonor, esmero y gratificación para el complacido espectador.
..., y extiendo los brazos y mato a todo quisqui, y no siento dolor, ni tristeza o emoción que le acompañe, mi fortaleza se refuerza a través de la debilidad de los otros, saber leerla, adelantarme y aprovecharla, es mi misión, meta y empeño pues ¡siempre cumplo con el contrato firmado!..., y todo suena a numerito fantasmagórico sin gracia, con excesivo banalismo y ¡muy poco acierto!
Aunque la verdadera incógnita es ¿por qué el agente 47 no tiene pelo?, ¿se olvidaron de hacerle el injerto?, pues los demás lucen ¡estupenda cabellera!, aunque lo que redondea su personalidad es su escogida forma de dormir, automático descanso exclusivo que desconecta y activa su hermetismo según necesidad del momento y, por supuesto, siempre impecable de traje y corbata que, a la que te descuidas, hay que conducir un lujoso y espectacular ¡audi!
Y ya puestos, ¿no habría que contar la historia de los restantes 46, a ver si resulta más interesante?, cosa nada difícil, por cierto.
El videojuego en que se basa la película debe estar ¡que trina!, debe estar que se tira de los pelos ¡que no tiene su agente!, pues es tan barata, cutre, anodina y deficiente su último representante para el celuloide que ¡más valdría lo hubieran dejado en paz y tranquilo en su consola!, en vez de marearle con tanto ajetreo -de buena ambientación visual, todo sea dicho- que no lleva a ninguna parte excepto a agotar a una audiencia, poco satisfecha, que se aburre con una historia sin contenido ni propósito, excepto pasar el rato imitando torpemente lo que ya se ha realizado, en tantas ocasiones, con mucho más estilo y grata apetencia.
Hitman, agente 47, equipo con buenas intenciones -entiendo-, buscando taquilla descaradamente, pero de conjunto y logro indignante; sinceramente, no vayas al cine, espera al dvd y, aún así, resérvala para ese momento tonto donde cualquier cosa vale y quieres ver sin pensar; consejo de elección para evitar lamentaciones posteriores.
Golpea, lanza la bola pero falla, estrepitosamente, en la jugada; partido perdido..., y paso de concluir anulado y que se pueda ¡llegar a repetir el mismo! Esa posibilidad si que hay que ¡descartarla!, ¡definitivamente!