"Onibaba" es un interesante y sólido thriller psicológico, con tintes sobrenaturales, dirigido por Kaneto Shindô considerado uno de los directores independientes más interesantes del Japón.
En el Japón medieval del siglo XIV, durante período de guerra civil, dos mujeres, una mujer mayor y su nuera, sobreviven matando soldados y eventuales viajeros, a quienes roban sus pertenencias, para luego venderlas en el mercado negro. El regreso de Hachi, el mejor amigo del hijo de la anciana, provocará un conflicto emocional en la relación entre ambas mujeres, cuando ésta última sea seducida por el hombre. Kaneto Shindô (1912-2012) fue un director cuya filmografía se caracterizó siempre por el protagonismo de mujeres de carácter en sus guiones y películas, tendencia fomentada por uno de sus mentores, Kenji Mizoguchi. Y "Onibaba" (1964), que puede traducirse como "bruja" o "vieja arpía", no será la excepción a la regla para el cineasta nacido en Hiroshima, influenciado notablemente por conceptos como la desolación y la muerte debido a su experiencia con la Bomba Atómica 1945, que retrató en su aclamada "Gembaku No Ko" (Children Of Hiroshima, 1952). De esta forma, el elemento primordial del cine de Shindo será la supervivencia, un concepto que replicará en tres films que antecedieron a Onibaba, con el relato de la supervivencia de una familia en un islote, que narra la lucha de una tripulación en una embarcación a la deriva, y con la desgarradora batalla de una madre por salvar la vida de su hijo, quien padece cáncer. Shindô tomará como inspiración para este thriller sobrenatural (mal llamado película de terror en mi opinión), las parábolas Budistas Shin conocidas como en las que una madre utiliza una horrible máscara para asustar a su hija y así obligarla a no ir al templo a orar. Molesto por la actitud de la mujer, Buda la castigará adheriendo la máscara a su rostro y sólo la perdonará cuando ésta ruegue que le permita quitársela, sin embargo, con el castigo de desprender la piel del rostro al ser liberada de la máscara.
No obstante, Shindo reemplazará este elemento religioso y divino por uno más mundano, como es el sexo, haciendo que la naturaleza de moraleja de la párabola inspiradora se mantenga, pero hacia otros conceptos como la tensión sexual constante de ambas mujeres, que sugiere un lesbianismo contenido, el egoísmo de la mujer adulta y la conveniencia de la convivencia para sobrevivir. Esto supone, entonces, que este relato contenga variados elementos narrativos que hacen difícil clasificarla en un género en particular, en el que se pueden identificar el drama, el misterio, la tragedia y el erotismo, amén de la presencia de elementos folclóricos y creencias religiosas utilizados como aristas para una trama de supervivencia y, ciertamente, terror psicológico, pero éste último producto de elementos de superstición y tradición popular. La historia está ambientada poco después de la histórica Batalla de Minatogawa (1336) entre las fuerzas del Emperador Go-Daigo, comandadas por Kusunoki Masashige y Nitta Yoshisada, y el poderoso Clan Ashikaga encabezado por Ashikaga Takauji, que supuso un lapso de guerra civil de 50 años, durante el período conocido como (Nanboku-cho, 1336-1392). Extremando recursos y contextos minimalistas, Shindo presenta la historia de dos mujeres, una mujer madura y su nuera, en un contexto prácticamente postapocalíptico, que sobreviven en una tierra desolada por la guerra, donde la tierra destruida no permite practicar la agricultura y la pesca resulta dificultosa. Convertido su hogar en un verdadero páramo, no encuentran mejor forma de sobrevivir que atacar a guerreros desertores y viajeros despistados, a quienes asesinan y lanzan a un pozo después de robar sus pertenencias, vendiéndolas por unos miserables sacos de mijo a un inescrupuloso traficante del mercado negro.
Hay varios elementos valóricos asociados fuertemente al concepto de supervivencia, en el guión, en le relación entre la mujer mayor y su joven nuera. La suegra adopta el esperable rol de madre para la nuera, en especial, ante la ausencia de Kichi, el joven hijo de la primera y esposo de la segunda, cuya ausencia por la guerra y finalmente muerte terminará por dejarlas solas, dependientes una de la otra. Por temas de jerarquía, que en Japón evidentemente son mucho más notorios que en Occidente, la nuera está obligada a obedecer a la madre de su esposo, en la práctica, su "nueva" madre al abandonar el hogar. Pero más allá de esta jerarquización, hay evidentemente un asunto de conveniencia para sobrevivir: ninguna de las dos está en condiciones de sobrevivir sola, la mujer mayor porque a pesar de tener experiencia, la edad comienza a provocar estragos, y la mujer joven porque carece de la experiencia necesaria para cazar y cosechar. No obstante, hay un hecho en la trama que funcionará como parteaguas en la relación de ambas, y ése es la noticia de la muerte de Kichi, el hijo y esposo. Hasta ese momento en particular, y obligados por las duras condiciones de supervivencia, estamos ante personajes que han dejado los escrúpulos de lado para sobrevivir, quedando en la práctica "fuera de lugar" cuestionarlos debido a ello: dos mujeres asesinas y ladronas pasando hambre. Más aún, habrá otros más, como el traficante de mercado negro, los soldados desertores que escapan de una guerra que sienten no les pertence más que sus jefes Kusunoki y Ashikaga, el campesino incapaz de respetar a la mujer de su ex amigo muerto, y el samurái desertando al verse derrotado.
Es así, entonces, que cuando llega el momento en que ambas se enteran, por el regreso de Hachi, sobre la muerte de Kichi, esta relación de supervivencia que se ha dado de forma natural a los principios sociales, comienza a tambalear cuando muerto el vínculo humano que las unía, la nuera se cuestione si debe seguir con su suegra. Más aún, cuando se ve constantemente acosada por Hachi, quien no descansará hasta que la joven ceda a la lujuria. Debo insistir en que este hecho, establece un antes y un después respecto a los componentes valóricos del film, y definirá el camino que la cinta recorrerá hasta el desenlace. La constante insinuación lésbica de las dos mujeres tomará otros rumbos cuando la joven visite una y otra vez a Hachi por las noches, aprovechando la supuesta inconsciencia nocturna de su suegra. Pero cuando ésta se entere, terminará por comenzar a condenar la actitud de su nuera por no respetar el luto de su marido, aunque en realidad sea el mismo egoísmo y los celos los que no le permitan aceptar la clandestina relación de la joven con el ex amigo de su hijo. El rechazo de Hachi a las directas insinuaciones sexuales de la suegra la llevarán por el camino de los celos incontenibles, y al temor que la joven la abandone por el ex guerrero. Los temas valóricos, entonces, dependerán desde el punto de vista con que se los mire, y de quién los mire. Recalcar dos imágenes que se quedan adheridas a la retina del espectador, y cuesta desprenderse de ellas. Una es el movimiento de los juncos y el viento al compás del deseo, y la segunda imagen, es la anciana reprimiendo su deseo y su soledad abrazada a un viejo árbol.
Otro elemento digno de destacar, es la hermosa fotografía en blanco y negro de Kiyomi Kuroda, que nos regala momentos realmente memorales como la perspectiva desoladora del lago en donde se ubica la choza de las mujeres, los alrededores del profundo pozo en el que arrojan los cadáveres de sus víctimas tras robarles sus ropas y pertenencias, y las hermosas escenas de la joven cruzando rauda el bosque de cortaderas rumbo a la choza de su nuevo amante, pero más aún aquellas en las que lo hace bajo una inclemente lluvia, para encontrarse con la figura diabólica de un demonio (recordemos que Oni, significa demonio). En concreto, la primera aparición de la suegra vestida como demonio es realmente acojonante e inquietante, en donde el fotógrafo recurre a la técnica de cubrir el sol con pantallas durante la filmación, lo que le otorga un increíble efecto sobrenatural no definido en día y noche a una escena que se supone es nocturna. La cinta está plena de excelencia visual, los claroscuros dominan la pantalla iluminando sin pudor los pechos femeninos en la oscuridad, los elementos como la lluvia y el viento parecen estar vivos y el ambiente sofocante se adhiere a las retinas. Otro elemento interesante, a todas luces, es la música compuesta por el habitual colaborador de Shindo, Hikaru Hayashi, que incluye una partitura en donde predomina la percusión Taiko y el jazz, sencillamente brillante. Finalmente, comentar que Shindo introduce efectos especiales de desfiguración en el rostro del samurái y luego la mujer mayor como una metáfora de la Bomba Atómica en Hiroshima y Nagasaki.
Las actuaciones son correctas, el film prácticamente se desarrolla con 3 actores, más 4 secundarios muy esporádicos, entre los que destacan Nobuko Otowa, quien tiene una performance realmente notable como la suegra, actriz interesante y habitual colaboradora de Shindo. Jitsuko Yoshimura encarna a la joven nuera (esposa de Kichi). Kei Satō como Hachi, que regresa de la guerra y seduce a la esposa de su malogrado amigo. Y para finalizar, Taiji Tonoyama en el papel de Ushi.
En definitiva, interesante y sólido thriller psicológico, con tintes sobrenaturales, bastante bien estructurado en su guión y concepto narrativo, que aborda temáticas como la supervivencia, el erotismo y el drama, con un toque sobrenatural que le viene muy bien para explicar el comportamiento humano ante la desesperación. La historia es atemporal y por ello totalmente actual, dado que los bajos instintos, la mentira y la manipulación siguen formando parte de las vidas cotidianas de muchas personas. Una parábola apocalíptica sobre la especie humana en su estado más primitivo, del que fluyen los más básicos instintos animales del hombre (o la mujer en este caso), donde el alma es reemplazada por los demonios interiores y la muerte es el modo de vida.
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