Grisham más Schumacher... mal asunto.
por Rodolfo SánchezA priori, unir los nombres de John Grisham y de Joel Schumacher en la misma película resulta, como poco, aterrador, aunque posee cierta lógica atendiendo a la calidad de sus respectivas carreras, uno en la literatura, el otro en el cine. Por eso mismo no deja de ser curioso que Tiempo de matar sea una de las mejores películas de Schumacher, aun siendo mediocre, quizá más por lo que plantea que por cómo lo hace, más por el desarrollo de la narración que por su resolución. Tiempo de matar no presenta nada en su forma, en su puesta en escena, que interese a no ser que se trata de una de las más comedidas de su director, incluso de las más elegantes, y viniendo de quien viene se trata de un enorme cumplido.
Pero no es una apuesta formal que ayude demasiado al desarrollo de un guion ambiguo acerca de la pena de muerte (es un eufemismo en realidad, porque queda clara la postura tanto del cineasta como del guionista y, por ende, del escritor, al respecto; y es muy discutible aunque eso en realidad es lo de menos) que se mueve por ideas y terrenos interesantes intentando narrar los sucesos como modo de reflexión acerca de ellos, lo cual es excelente pero, en este caso, insuficiente cuando un director con trayectoria y experiencia pero sin talento no sabe desarrollar el material más allá de los lugares comunes, cayendo además, y esto es lo peor, en una manipulación emocional bastante irritante. Al final, los actores medianamente mantienen una película que gira sobre temas muy importantes con una ligereza que sorprende, decidiendo hacer espectáculo de todo y a cualquier precio.
A favor: Samuel L. Jackson.
En contra: La ligereza con que se toma todo.