Un cuento chino
por Rodolfo SánchezTras varios años inactivo, Wei Minglun regresó a la dirección con El rey de las máscaras, producción china que presenta una naturaleza híbrida y extraña. Por un lado, nos encontramos ante una obra conmovedora, detallista, lenta, llena de matices y de juegos metafóricos que mira al pasado para, desde ahí, lanzar una cierta mirada al presente. Mediante personajes de varias caras, para nada maniqueso y en constante cambio, el cineasta nos introduce en una bella historia que, aunque posee algún momento con tendencia a lo lacrimógeno, en general, pretende rehuir todo atisbo de manipulación emocional.
La música y la fotografía, magníficas, ayudan a que el espectáculo sea notable. Pero, por otro lado, El rey de las máscaras acaba derivando hacia un final que nada tiene que ver con lo visto hasta el momento y que posee un indudable reclamo comercial que recuerda al cine norteamericano más convencional y facilón. Una resolución que no hace desmerecer al conjunto pero que evita que este sea tan perfecto como podría haber llegado a ser.
A favor: La escenografía, la música, el guion.
En contra: El final, ahoga todas las metáforas e intenciones del resto de la película.