"Tesis" es un interesante thriller de asesinos en serie, la ópera prima de Alejandro Amenábar y protagonizada por Ana Torrent. El término “snuff” proviene del inglés “snuff out” (morir, apagar como metáfora) y se designa para denominar a supuestas grabaciones de asesinatos, violaciones, torturas, suicidios, necrofilia y otras abominaciones visuales reales, registradas sin efectos especiales y para mero uso comercial en el mercado negro. Se supone, y ello es materia de otra controversia ciertamente, que ninguna de estas películas ha sido confirmada como un registro real, siendo la mayoría de ellas films de bajo presupuesto muy bien filmados, desde un punto de vista del realismo visual. Incluso, los expertos derechamente no las consideran “películas” sino registros, ya que no tienen un guión ni diseño de producción. Luego de realizar cuatro interesantes cortometrajes que luego reutilizaría para futuras películas, el novel director chileno-español Alejandro Amenábar conocería del interés del realizador José Luis Cuerda por producir un largometraje utilizando el guión del corto “Himenóptero”, que terminaría siendo el debut cinematográfico del director, una de las más interesantes óperas primas del cine español de a fines del siglo pasado. Una obra en que se puede advertir el extraordinario talento de Amenábar para crear historias de suspense, en donde no se tiene certeza de quién es el responsable de los crímenes hasta prácticamente el clímax.
Con guión del propio Amenábar, el film se centra en la fascinación o morbo que la gente muestra por la muerte, en especial la muerte de otros, estableciendo claramente diferencias, por ejemplo, con la pornografía, con la cual se le suele relacionar e incluso confundir, como en casos más extremos de necrofilia. En este caso, Amenábar explora la psicología humana frente al hecho de presenciar la muerte y proyectarla sobre uno mismo, en una suerte de ejercicio de combinación de ambos actos, que podría traducirse en una conducta insana y sólo en una desviación cuando mostrase excitación sexual o placer por visionar este tipo de registros. A lo que me refiero es al contrapunto que se produce entre esa conducta insana del morbo y el hábito demencial de consumir ese tipo de registros, que representan Ana y el asesino y sus cómplices. Lo que mueve a Ana no es solamente un ímpetu investigativo sobre el tema, porque está consciente sobre los alcances de la investigación, sino los límites que poco a poco comienzan a desdibujarse ante ella a medida que va descubriendo elementos cada vez más cruentos y depravados, que sin embargo, batallan duramente con las incontenibles ganas de seguir escarbando. Su motor es una curiosidad inusual, tácita a la condición humana, que muchas veces peca de imprudente, pero que no se traduce, en su caso, en una filia.
Este punto permite abordar el morbo del público en general, en un ejercicio tanto intra como meta cinematográfico. En primer lugar, lo vemos en la hermana de Ángela, que insiste en ver el VHS, movida por la curiosidad del recelo de su hermana mayor, también en la actitud de los pacientes del hospital y la gente del bar al seguir atentamente los detalles que el noticiero entrega sobre el descubrimiento absoluto de la red. Y en segundo lugar, desde la perspectiva del propio espectador, que se pasará toda la película esperando que Amenábar filtre alguna escena escabrosa, que siempre insinúa y que prefiere evitar mostrar en pantalla, trabajando esencialmente con la expectación del público. Distinto es el caso del asesino y sus cómplices, quienes encuentran en este tipo de registro no sólo satisfacción a instintos psicópatas, sino el aprovechamiento de ello para establecer una red delictiva para satisfacer mentes tan enfermas como las de ellos. En esta cinta el director explora los alcances de involucrar a autoridades universitarias en la red de elaboración de películas snuff, con lo que eleva un tema tan brutal y generalmente asociado a psicópatas de poca monta, a niveles más grotescos. Nos deleita con este debate sobre el morbo y la depravación, construye un thriller bastante bien estructurado y delineado para ser un debutante, a pesar de no ofrecer muchas opciones para la identidad del asesino y prácticamente someterlo a dos personajes claves, el enigmático Bosco, y el lunático Chema.
Las actuaciones son correctas, el trío protagónico no pudo haber sido mejor escogido, comenzando con una vulnerable Ana Torrent que logra construir un personaje que inicia de dudas y terminada absolutamente sobrepasada por la situación, y que muestra bastante buena química con los dos protagónicos masculinos, Eduardo Noriega y Fele Martínez. Noriega mostrará sus dotes para interpretar a un psicópata galante, que sabe embaucar a sus víctimas y llevarlas a los límites, mientras que un efectivo, aunque hiperventilado Fele Martínez encarna a un personaje carismático, que se muestra en la película de forma muy ambigua. El reparto lo incluyen Miguel Picazo encarnando al profesor Figueroa, profesor titular de la tesis de Ángela, que consigue la película y muere de la impresión al ver su contenido. Xabier Elorriaga como Jorge Castro, suplente, que tiene un sórdido papel en el negocio. Nieves Herranz encarna a Sena, la hermana de Ángela, que se involucra también con Bosco. Y finalmente Rosa Campillo como Yolanda, la actual novia de Bosco.
En definitiva, una sólida presentación de Amenábar, abordando una temática polémica, pocas veces llevada al cine desde una perspectiva de análisis psicológico que explora el morbo y la depravación que lleva al público a ver registros snuff. Aunque tanto su tiempo como la falta de experiencia acarreen algunas escaseces técnicas, por ejemplo en la realización, consigue hacerse valer por la intrigante historia que esconde. Fue nominada a 8 premios Goya, quedándose con 7 de ellos, a la Mejor Película, Director Debutante, Actor Revelación, Guión Original, Dirección de Producción, Montaje y Sonido.