Spielberg y la esclavitud
por Israel ParedesCuando Steven Spielberg estrena en 1993 La lista de Schindler su carrera parece tomar un camino más serio, más adulto si se quiere, algo que previamente intentó sin tanto éxito con El color purpura y El imperio del Sol. Pero, sus dos siguientes películas fueron las dos entregas jurásicas. Pero tras ellas se introdujo de nuevo en un tema serio, la esclavitud, en Amistad, película sobre el tráfico de esclavos y el racismo. El interés sobre estos temas ya estaba presente en El color púrpura y volverá en Lincoln dentro del deseo de Spielberg, tan americano, de adentrarse en su Historia para narrarla. Amistad tenía todo para ser esa gran película que relatara la esclavitud en Estados Unidos como uno de los pasajes más oscuros del pasado de su país. Pero Spielberg, aunque demuestra una gran madurez estilística, algo que será más patente a partir de entonces, no logra alejarse de una mirada maniquea y sin matices, en exceso azucarada en algunos momentos, que combina excelentes pasajes, llenos de tensión y de ritmo, pero otros sin intensidad, aburridos, sobre todo cuando, en el juzgado, la película rompe las buenas maneras de todo el tramo anterior. Por fortuna, los actores, todos ellos excelentes, logran mejor los momentos menos brillantes. Pero Amistad carece de algo para que sea una gran obra, aunque quizá no sea tan mala como en su día se valoró. Una medianía dentro de la carrera de Spielberg.
A favor: Los actores y toda la parte del barco.
En contra: La irregularidad rítmica y de intensidad de la película.