La muerte os sienta tan bien
por Nestor HidalgoNueva versión de la obra teatral de Alberto Casella 'La muerte de vacaciones', que Mitchell Leisen ya había llevado al cine en 1934. Esta vez cuenta con el excesivo Martin Brest detrás, que peleó con uñas y dientes un montaje de 180 minutos obviamente hiperbolizado. El (atractivo) esqueleto de la historia sigue siendo el mismo: la Muerte, harta de su repetitiva rutina de recolecta de almas y de ser tan temida entre los humanos, decide tomarse unas vacaciones terrenales y se materializa en el cuerpo de un apuesto joven (Brad Pitt) buscando asilo en la casa de una de sus vícitmas inminentes (Anthony Hopkins) para, durante unos días, comportarse como un hombre más. Las dificultades surgen cuando queda enamorado de una de las hijas (Claire Forlani) de su anfitrión (el único que conoce su verdadera identidad) e inicia un romance con ella.
Lejos de aprovechar el potencial de comedia fantástica de la situación, la película de Brest opta por el tono de romance sobrenatural. El exceso de metraje le pesa demasiado, así como el tono ceremonial. Que la Muerte entre en contacto con un tipo y se dé un paseo por el mundo de los mortales desde luego que parece una oportunidad de oro para reflexionar sobre la mortalidad (duh!) y el periplo vital, pero lo cierto es que la película funciona mucho mejor cuando se eleja de la búsqueda de trascendencia bergmaniana y se balancea hacia el asombro de Pitt ante las convenciones sociales humanas.
A favor: Claire Forlani y Emmanuel Lubezki, cada uno en su campo.
En contra: Una duración ciclópea no demasiado justificada.