Crítica de SensaCine.com para La lección de tango: El baile y las pasiones

Tras el éxito internacional alcanzado por su adaptación de la obra de Virginia Woolf, Orlando, Sally Potter dirigió La lección de tango, uno de esos filmes donde el baile se sitúa en el centro de la acción como motor y vehículo de pasiones, de naturaleza romántica, por un lado, pero con su contrapunto desestabilizador y destructivo también.

La misma Potter está detrás y delante de la cámara, interpretando a la protagonista femenina, no con demasiada expresividad, que mantendrá una compleja relación sentimental con su profesor de tango Pablo (Pablo Verón). Simultáneamente es ella quien firma el guión y algunas composiciones de la banda sonora y ambos protagonistas hacen, más o menos, de sí mismos. Sin llegar a tener el interés y fuerza de la hermosa fotografía documental que Carlos Saura le echaba a este baile de origen argentino en Tango, y sin caer en la instrascendencia de comedias ligeras con dicho baile como telón de fondo como en Tango libre, Potter consigue con La lección de tango una interesante ejercicio de docuficción que engancha más visualmente (blanco y negro) y durante las hipnóticas coreografías que por lo que el relato en sí es capaz de transmitir y provocar en la audiencia.

A favor: El diseño de producción y los momentos de baile.

En contra: Que Potter imprima un tan decisivo acaparamiento cuando en el registro interpretativo y danzarín no es capaz de trasladar las pasiones que a priori quiere representar.